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domingo, 18 de diciembre de 2022

Corazones de miel daneses

Estos corazones abizcochados se llaman honninghjerter (corazones de miel) y son muy típicos de la Navidad danesa. Los traigo como traca final para la última parada de mi viaje con Cocinas del mundo, después de nada más y nada menos que 9 años. ¡Qué pena y qué honor! ¡´Qué de buenos recuerdos!

Los tradicionales llevan cobertura de chocolate puro por la cara de arriba y una pegatina de "julemanden" (más o menos una figura similar a Papá Noel), otras escenas navideñas o "God jul" (Feliz Navidad) escrito con glaseado blanco; nunca los he visto de otra manera, pero yo hoy en casa he hecho lo que me ha apetecido y he probado chocolate puro, blanco, fideos, virutas de coco y estrellas de cartón fino.

Esta receta no es difícil, pero requiere dedicación y paciencia, porque, aunque todos los pasos son fáciles, el producto final lleva unos 3 meses. Pero no son 3 meses de trabajo, tranquilos; es más que nada tiempo de reposo y espera.

También existen recetas rápidas, pero para mi gusto, los corazones quedan secos. El año pasado probé unos corazones sorprendentemente blandos y esponjosos en el festival de la calabaza de Skælskør y les pregunté cómo los hacían. Me dijeron que la receta era un secreto de la confitería Nytorvs Konditori, pero que me podían contar el truco principal: 3 meses de reposo de la masa madre. A partir de ahí empecé a investigar, a hablar con panaderos, pasteleros y amas de casa con buena mano. Me anoté todos los trucos y los puse a prueba. Así que, en esta entrada, además de la receta final, comentaré también los fiascos para evitar repetir los mismos errores en el futuro y que tú los puedas evitar desde el principio si te animas a intentarlo.

Para empezar, la receta que más me recomendaron fue la de Meyers. Fue la que acabé usando como base, pero tenía razón la señora que me dijo que lo importante son los trucos, no la receta en sí, porque los ingredientes son prácticamente los mismos en todas. La receta de Meyers por escrito me pareció insuficiente; muy poca información y explicación. Con las instrucciones que dan en su web, salen corazones, sí, pero ni mucho menos quedan ni tan blandos ni tan apetecibles. Por casualidad, me encontré con este vídeo de otra receta y este otro en el que Meyers pone en práctica su receta de la masa madre. En el vídeo vienen más explicaciones que en la receta, aunque aún así no me pareció que fuera lo suficientemente exhaustiva. Completé con truquillos que he ido recogiendo de reposteros y confiteros.

Algunos de los ingredientes pueden sonar a experimento químico, que al fin y al cabo es lo que vamos a hacer, pero el carbonato de potasio es muy común en recetas de galletas de Navidad para conseguir una masa suelta y, en esta receta en concreto, para disolver la masa madre. El bicarbonato de amonio es un agente leudante conocido como bicarbonato de confitería. 

Con estas cantidades salen 20 corazones grandes o 40 más pequeños; yo hice de varios tamaños y por eso me salieron 40:

Para la masa madre:

  • 500 g de miel (líquida o fundida)
  • 500 g de harina de trigo

Para la masa de los corazones:

  • 2 yemas de huevo
  • 10 g de bicarbonato de amonio para repostería (hjortetaksalt en danés; ammonium bicarbonate en inglés)
  • 10 g de carbonato de potasio
  • 5 g de canela molida
  • 5 g de jengibre molido
  • 5 g de clavo molido
  • Ralladura de piel de 1 naranja
  • 1 kg de masa madre (la del punto anterior)
Para cubrir:
  • Chocolate puro para fundir es lo tradicional, aunque yo he hecho algunos con chocolate blanco, otros con virutas de coco, con fideos de colores... 
Opcional: Aceite vegetal y harina para la bandeja del horno 


La preparación:

Primera fase: 

2-3 meses antes de Navidad o cuando se quieran tener listos los corazones.

1. Para la masa madre, simplemente mezclamos bien la miel (líquida o fundida, si es miel densa o dura como la danesa) y la harina hasta que la mezcla sea homogénea. 

Guardamos en dentro de recipiente de cierre hermético, como un tupper de plástico, y reservamos en el frigorífico o un lugar donde no haga calor durante 1-3 meses. La masa madre se irá quedando muy dura, a veces tan dura como una piedra; es normal. (El carbonato de potasio ayudará a ablandarla en la segunda fase.)

Segunda fase:

1. En un recipiente mezclamos las dos yemas de huevo con el bicarbonato de amonio moviendo hasta que se haya disuelto completamente. 

2. Por otra parte disolvemos el carbonato de potasio en un par de cucharadas de agua o leche con el (con cuidado, la mezcla se calienta).

3. Mezclamos las yemas con el bicarbonato y el carbonato disuelto con la masa madre. Le damos un momento para que la reacción química empiece y se vaya ablandando la masa madre. En mi caso, tuve que añadir un poquito más de carbonato disuelto en agua y con un cuchillo romper trozos, porque no había manera de ablandarlo lo suficiente.

4. Añadimos entonces canela, jengibre, clavo y amasamos bien. (¡Con cuidado de no romper nada, si lo hacemos a máquina!) Son 6-8 minutos a mano o a máquina; 3 minutos a velocidad lenta y 3 minutos a velocidad rápida. Si vemos que la masa está muy seca y le cuesta mezclarse, podemos añadir un par de cucharadas de agua, preferiblemente templada. Aunque parezca imposible, acaba convirtiéndose en la masa perfecta.

5. Recomiendo dividir la masa en dos para trabajarla con mayor facilidad. Con un rodillo ligeramente enharinado extendemos la masa sobre una encimera u otra superficie de trabajo limpia y ligeramente enharinada. Le damos un grosor de unos 4-6 mm y con un molde para galletas cortamos los corazones. Como decía, tradicionalmente son grandes, del tamaño de una mano extendida, pero yo hice de varios tamaños. Ten en cuenta que crecen bastante en el horno. Unimos las sobras de la masa, volvemos a extenderla y cortamos más corazones hasta que no quede masa.

6. Colocamos en una bandeja para horno los corazones bastante separados. Yo los puse sobre papel de hornear, pero hay quien los pone directamente sobre la bandeja embadurnada de aceite y ligeramente espolvoreada con harina. 

En la primera horneada de prueba me di cuenta de que era necesario dejar más espacio entre ellos; se me pegaron algunos entre sí. Los rescaté cortando con un molde grande una vez horneados, pero no quedaron igual de bien, evidentemente.

7. Horneamos en el horno precalentado a 180° durante 8-10 minutos con calor arriba y abajo, sin función ventilador.

Pasado ese tiempo, apretamos cuidadosamente con un dedo la superficie de un corazón, si se queda la marca, aún no están listos.

Atención también a los diferentes tiempos de cocción si hacemos corazones de varios tamaños.

8. Cuando estén listos, los pasamos a una rejilla.  

Poco después del horneado quedan duros como piedras. En teoría se van ablandando si se dejan en el frigorífico cubiertos con un trapo humedecido en un recipiente cerrado (un tupper, por ejemplo). Pero yo puse a prueba varias técnicas y los que mejor quedaron son los que pincelé con agua mezclada con un poco de azúcar nada más sacarlos del horno, mientras están calientes. Después los guardé en recipientes herméticos con papel de hornear entre ellos y les di 4 días de reposo en el frigorífico para que absorban la humedad. Ese es el verdadero truco para que se ablanden (cortesía de una antigua repostera; Maibritt Bruus Madsen). 


Tercera fase:

Cuando ya están blandos, se pueden cubrir con chocolate. Se funde el chocolate al baño María o con nuestro método de elección y se bien se pincela con él o se vierte sobre cada corazón.

Para pegar una imagen, se hace mientras el chocolate está húmedo. Para escribir con glaseado en la superficie, hay que esperar a que se seque y se endurezca el chocolate.

Es preferible cubrir solo los que se vayan a comer y cubrir el resto cuando se vayan a sacar, pero igualmente aguantan en el frigorífico en recipientes herméticos un mes o más. 

¡Y ya está! Parece un gran proyecto, pero en realidad sólo hay 2 días de trabajo como tal en esta receta de 3 meses; el resto es paciencia.

 ¡Buen provecho!

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domingo, 20 de noviembre de 2022

Jornada yemení


Este mes de noviembre nos vamos con Cocinas del mundo a Yemen y yo declaré este día la "Jornada yemení" porque tuvimos desayuno yemení, Malikia o Masoub, y comida yemení con este estofado.

Malikia o Masoub: Desayuno (también sirve de merienda o de postre) cargado de energía. Es un budín de plátano y pan. No hace falta horno, es fácil de hacer, es una receta de aprovechamiento y se tarda unos 10 minutos. Va coronado con miel y una especie de nata de cuajada tipo creme fraiche (en mi caso skyr) y se esparcen almendras laminadas o troceadas por encima. La versión Deluxe también lleva dátiles en la masa, pero a mí me parece que con el plátano maduro y la miel ya es suficientemente dulce. De hecho, se le suele añadir azúcar a la masa de plátano y pan y yo no lo hice. Me gustó bastante, pero para mí sería imposible de comer sin la acidez del yogur. En su versión tradicional es MUY dulce. Consulté bastantes vídeos y varias recetas, pero me basé en esta receta, con las modificaciones que he mencionado.

Estofado yemení: Es un guiso de cordero y lentejas con verduras y especias. La receta recuerda a otros estofados yemeníes como el Muqalqal y el saltah. Me inspiré en esta receta, aunque la hice de forma más tradicional en cuanto a las especias y añadí más verdura.


Malikia o Masoub: Budín de plátano (Para 4-6)

  • 6 plátanos bastante maduros (la receta dice 2, pero los míos eran diminutos y no fue suficiente)
  • 1 pan plano, aprox. 400 g (preferiblemente tipo m'smn marroquí o argelino o tipo somalí, pero vaya, pan es pan y sirve) - mejor si es pan de unos días, no fresco.
  • Canela en polvo al gusto (recomiendo 2 cucharadas)
  • 1 cucharada de mantequilla clarificada o ghee
  • Miel
  • Skyr islandés o yogur natural tipo griego, turco 
  • 10-20 almendras


La preparación:

1. Hacemos los plátanos puré, a mano o con batidora o minipimer. 

2. Rompemos el pan en trozos con las manos y lo pulverizamos en la minipimer junto con la canela en polvo. 

3. En un cazo calentamos la mantequilla clarificada y cocinamos el puré de plátano unos minutos mientras removemos.

4. Incorporamos al cazo el pan pulverizado con canela y mezclamos bien con el puré de plátano caliente. Es aquí donde veremos si nos hace falta más plátano o no, también es cuestión de gustos. Si falta plátano, se chafa en un momento y se añade. También se puede añadir más canela si se ve oportuno.

5. ¡Y ya está! Le damos un par de vueltas al fuego a la masa y la servimos. Podemos servirla en forma de cúpula, forma alargada o como queramos, pero lo tradicional es aplanarla un poco por arriba y entonces completar con el yogur, la miel y las almendras. Yo prefiero rociar primero con la miel para que el budín de empape. También le puse trocitos de dátil.

* Las sobras se pueden recalentar sin problema en el microondas.


Estofado yemení (6-8 porciones)

  • 400 g de lentejas
  • Aceite de oliva 
  • 500 g de cordero sin hueso, en trocitos tamaño de bocado
  • 2-3 litros de agua (según si lo quieres más o menos espeso)
  • Unos 300 g de cebolla (ya pelada)
  • dientes de ajo 
  • 4-6 tomates, según el tamaño
  • Unos 250 g de pimiento rojo 
  • 2 cucharadas de cilantro molido
  • 1 cucharada de comino molido (en mi caso semillas molidas a mano)
  • 1/2 cucharada de cúrcuma 
  • Un poco de guindilla molida al gusto
  • Sal y pimienta negra 
  • Opcional: Cilantro fresco al gusto 


La preparación:

1. Cocemos las lentejas durante 15 minutos y reservamos. (No hace falta poner a remojo las lentejas, pero las puedes poner si quieres asegurarte que no queden duras).

2. Calentamos el aceite en una cazuela y sofreímos la cebolla y el ajo picaditos durante unos 10 minutos con tapa para que el vapor agilice.

3. Añadimos el cordero y las especias molidas (cilantro, comino, cúrcuma, sal, pimienta y guindilla) y sofreímos durante 5 minutos. 

4. Incorporamos los tomates troceados y les damos un par de meneos durante unos 5 minutos más.

5. Vertemos las verduras y la carne de la cazuela a la olla de las lentejas y llevamos a ebullición. 

6. Entonces bajamos el fuego a lento-medio y dejamos cocer durante unos 20 -30 o hasta que el cordero esté tierno.

* No te pases de tiempo para que no se deshagan las lentejas.

* Si quieres puedes añadir cilantro fresco picado al final. El guiso también queda bien con granada fresca.

 ¡Buen provecho!

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miércoles, 26 de octubre de 2022

Pastel de pera y mollitas


¡Nos vamos a Chile con Cocinas del mundo! Concretamente a X Región de los lagos. Vi recetas muy interesantes típicas de la zona, pero requerían ingredientes locales que me es imposible conseguir aquí en Dinamarca.

Pero vi que se estilan mucho los pasteles o "kuchen" de estilo alemán. Ese tipo de pastel también es común aquí en Dinamarca, y yo llevaba tiempo con ganas de preparar un pastel típico de miguitas o mollitas. Aquí en Dinamarca los he comido sobre todo con relleno de manzana, pero encontré esta receta chilena con relleno de pera y allá que me fui a cosechar yo misma las peras para preparar el pastel. 

Elegí esta receta porque la misma preparación de la masa sirve para la base y para las mollitas, además, me gustó que también llevara crema pastelera. Sin embargo, me pareció que la receta no estaba del todo correctamente explicada y los tiempos no cuadraban en absoluto con la realidad. Tal vez eran tiempos para cocina de fogones, pero yo tuve que hacer muchos ajustes para que resultara bien. Además, yo hice mi pastel sin azúcar, aunque se puede hacer con azúcar refinada normal y corriente.

Invité a mis suegros y también le llevé a mis vecinos. Todos quedaron encantados.

Para unas 12 porciones:

Masa:

  • 300 g de harina de trigo común 
  • 100 g de mantequilla
  • 100 g de azúcar (en mi caso, Sukrin, azúcar granulado para diabéticos)
  • 16 g de levadura química
  • 1 huevo

Compota de pera:

  • Aprox. 600 g de pera (ya peladas y descorazonadas)
  • 4-5 cucharadas de azúcar morena (en mi caso, Sukrin, azúcar granulado para diabéticos, tipo mascabado)
  • 2 ramas de canela
  • 6 clavos de olor

Crema pastelera de limón:

  • 400 ml de leche (semidesnatada en mi caso) o 200 ml de nata y 200 ml de agua
  • Piel de un limón (en trozos grandes)
  • 100 g de azúcar (en mi caso, Sukrin, azúcar granulado para diabéticos)
  • 3 yemas de huevo
  • 40 g de maizena

Salsa de pera:

  • 200 ml del jugo de la compota de pera
  • 2 cucharaditas de maizena 


La preparación:

La masa

1. Mezclamos la harina, el azúcar, la levadura química y la mantequilla (fría y cortada en cubos). Yo este paso recomiendo hacerlo con varillas de mano o robot de cocina para no fundir la mantequilla al manejarla con las manos.

2. Agregamos el huevo y seguimos mezclando hasta que se formen mollitas/miguitas. Si tus miguitas son muy finas, no te preocupes, después podrás darles forma con la mano.

3. Dejamos reposar la masa en el frigorífico durante unos 30 minutos (o mientras que preparamos el resto de elementos).

* Aprovechamos para precalentar el horno a 180°C.

Compota de pera

4. Pelamos y descorazonamos las peras, cortamos cada una en 4 trozos de tamaño similar.

5. Ponemos los trozos de pera a hervir con 500-600 ml de agua, el azúcar, las ramas de canela y los clavos de olor. Cocemos a fuego lento-medio hasta que estén tiernas, unos 20-30 minutos. Si al pincharlas con un tenedor o cuchillo, ni se quedan clavados en la pera, ya están.

Lo de cocer a fuego lento-medio es para que no se evapore mucho líquido, ya que nos hace falta para la salsa, y para que se infusiones el líquido. Pero si tienes prisa, sube el fuego y tapa la cazuela, irá más rápido. 

Cómo vamos a triturar a máquina, no hace falta que estén blandísimas que se deshagan solas; si vas a hacer la compota a mano con un tenedor o pasapurés, te harán falta más blandas.

6. Separamos las peras del jugo (reservamos el jugo) y trituramos las peras para obtener un puré o compota. 

Crema pastelera de limón

7. Ponemos la leche a hervir con la piel de limón hasta que hierva. De nuevo, la receta original dice a fuego lento, pero es imposible conseguir una crema y en el tiempo que promete a fuego lento. Yo recomiendo fuego lento-medio durante 5 minutos para infusionar la leche y, después, 5-10 minutos a fuego vivo hasta que de un hervor.

8. Mientras tanto batimos en un cuenco las yemas con el azúcar con unas varillas o un tenedor, incorporamos también la maizena y mezclamos bien de nuevo.

*Hay muchas trucos para separar las yemas de las claras; lo más fácil es poner el contenido del huevo sobre el interior de la palma de la mano, dejar que la clara se cuele entre los dedos a un cuenco y que la yema se quede sobre la palma y la pasamos a otro cuenco.


 
9. Sacamos la piel de limón de la leche. Vertemos la leche hervida lentamente en el cuenco donde tenemos la mezcla de las yemas y removemos para que se integren los elementos.

10. Devolvemos la leche ya mezclada a la olla y cocemos a fuego lento-medio batiendo con fuerza hasta que la crema espese. Se puede subir el fuego de vez en cuando para acelerar el proceso. La receta original dice que tarda 2 minutos, pero son más bien 10. Reservamos.

El horneado 

11. Preparamos un molde de 28 cm de diámetro; engrasamos con mantequilla y espolvoreamos con un poco harina. No hace falta que el molde sea desmontable, el mío era de cerámica y los trozos de pastel salían sin problema.

12. Sacamos la masa de miguitas del frigo, volcamos 2/3 de la masa y aplastamos con las manos y/o una espátula o cuchara para que se unan las mollitas y se forme una base de superficie lisa. Yo me ayudé de una bolsa de plástico para alimentación para que no se me pegara la masa a la mano.

* (A mí me salieron 556 g de masa en total; es decir, 2/3 serían 372 g)

13. Repartimos la compota de pera sobre la base de masa y después añadimos una capa con la crema pastelera. En mi experiencia, es imposible que no se mezclen un poco en este paso. Alisamos la superficie y listo.

14. Por último espolvoreamos con las mollitas de la masa que nos queda para cubrir toda la superficie; si queremos algunas mollitas más grandes, las formamos fácilmente con los dedos.

15. Horneamos durante unos 40 minutos (hasta que tome colorcillo por arriba) a 180°C.


La salsa caliente de pera

* Este elemento es opcional. Yo lo recomiendo, pero si no te apetece, también puedes beberte el jugo de pera en frío o en caliente, puedes mezclarlo con agua o leche o beberlo tal cual.

16. Tendremos unos 500 ml de jugo, nos hacen falta unos 200 ml para la salsa. El resto se puede beber solo, con té, con agua, con hielo... O puedes usarlo todo y hacer más salsa. En cualquier caso, sacamos el anís y la canela del jugo. 

17. Vertemos el jugo en un cazo o una sartén antiadherente, añadimos la maizena y removemos. Cocinamos a fuego medio-fuerte durante unos 5 minutos o hasta que espese. 

La degustación

18. Deja el pastel reposar y enfriar mínimo 5 minutos después de sacarlo del horno. Así las porciones guardarán la forma al servir. Se puede comer frío o templado, pero se recomienda que la salsa se sirva caliente.

Nosotros lo disfrutamos con una taza de té y servimos el pastel con una cucharada de creme fraiche (como es común aquí en Dinamarca para complementar el sabor dulce).


 ¡Buen provecho!

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domingo, 18 de septiembre de 2022

Ensalada templada de Washington


Este mes nos vamos con Cocinas del mundo al estado de Washington (que no es lo mismo que Washington DC, capital de EE. UU.). Mi vikingo pasó un año en el estado de Washington, así que pensé que tal vez me podría ayudar. Pero no recordaba ninguna comida típica de allí, solo comida norteamericana en general. Así que tiré de internet y acabé haciendo esta ensalada templada de espinacas baby frescas, queso ricotta, pistachos y más cosas ricas.

La verdad es que no se me hubiera ocurrido rehogar la manzana para una ensalada, y menos en mantequilla. Para mí, cuanto más frescos se ingieran los ingredientes, mejor, para que conserven el mayor número de nutrientes. Pero me ha gustado probar este invento y me gusta en general descubrir nuevas ensaladas motivadoras. De hecho, suelo evitar las espinacas en crudo y con esta ensalada repetí tres veces...

La receta original es de aquí, aunque hice un par de ajustes. No es que sea una receta conocida por todos en el estado de Washington, pero sí es receta de una señora de allí.

Puede ser un buen plato vegetariano, pero también combina bien con carne y pescado. En cualquier caso, es una opción fresca y ligera, perfecta para estos días de calorazo; el jengibre fresco le da un toque fresco y roquero.

Con estas cantidades da para 4-6, según si es plato único, guarnición o ensalada para compartir:

  • 100 g pistachos sin cáscara
  • 200 g de manzana con piel (2 medianas)
  • Aprox. 150 g de espinacas baby frescas (en mi caso, 75 g de espinacas y 75 g de Otra ensalada de hoja verde, como canónigos, ensalada, brotes de guisante, radicchio...)
  • 3 cucharadas de mantequilla
  • 1 cucharadita de jengibre fresco rallado
  • 250 g de ricotta 
  • 2 cucharaditas de mostaza Dijon (en mi caso Dijon de miel, que es la única que me gusta)
  • 1 cucharada de miel
  • Sal y pimienta al gusto


 La preparación: 

1. Calentamos la mantequilla en un cazo y enseguida añadimos el jengibre rallado (no hace falta ni pelarlo, pero como queráis) para que se aromatice.

2. Añadimos la manzana sin pelar pero cortada en dados y le damos 3-5 minutos a fuego vivo para que se ablande y caramelice.

* Se puede dejar la manzana ya preparada de antes. Para que no se oxide y se ponga oscura, sobra con guardarla en un tupper u otro recipiente hermético.

* Igualmente, si los pistachos que tienes son con cáscara, puedes sacarlos en vualquier momento y tenerlos ya listos para la receta.

3. Incorporamos los pistachos y la mostaza, removemos y dejamos cocer a fuego lento durante unos 5 minutos para que se unan los sabores. 

4. La receta dice que se eche la miel al final por todo, pero me pareció mejor mezclar la miel con la manzana y demás del cazo. Además, como la miel que tenía no era líquida, cambiar este paso me permitió fundirla. Así que, poco antes de retirar el cazo del fuego, añadimos la miel y mezclamos bien con el resto. 

5. Para servir la ensalada, primero servimos una cama de espinacas, después distribuimos montoncitos de ricotta con una cuchara, repartimos la mezcla de manzana y pistachos por todo y finalmente añadimos sal y pimienta al gusto. Si tu fuente no es muy grande, como la mía, puedes servir en dos capas (servir como explicó aquí y después volver a empezar con otra capa de espinacas y todo lo demás). ¡Y ya está lista!


 ¡Buen provecho!

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domingo, 17 de julio de 2022

Kammerjunker - galletitas de verano danesas


En julio para el viaje con Cocinas del mundo nos centramos en recetas de verano. Yo me quedo en casa esta vez y os traigo estas galletitas danesas que solo se comen en verano: Kammerjunker.

Estas galletas crujientes son compañeras inseparables del koldskål, que es una bebida que parece un yogur muy líquido, pero no lo es; es una gacha muy líquida de suero de leche o cuajada con huevo y, a menudo, vainilla y limón. Hoy en día también lo hay con sabor a fresa. 

El koldskål nunca se bebe, sino que se come con cuchara, con las galletas flotando. Es típico comerlo para merendar, aunque también hay quien lo toma como postre o como almuerzo o cena ligera. Pero siempre en verano. El resto del año no se vende en supermercados, igual que estás galletas. A veces también se comen las gachas con estas galletitas y fresas.

Si en España la población se divide en los que defienden la tortilla de patatas con cebolla y los que la prefieren sin ella, en Dinamarca existe una división entre quienes se comen las galletitas (kammerjunker) enteras y quiénes las rompen en trocitos y las echan al koldskål. Es cuestión de tradición familiar; a mí siempre me enseñaron a romperlas y no concibo comérmelas de otra manera. 

Existen muchas recetas de kammerjunker, pero la elaboración tradicional auténtica incluye dos horneados; uno para cocinar por dentro y otro para secar y dejarlas crujientes. Para eso se cortan en dos, de forma que siempre tenemos galletitas "tapadera" (la parte de arriba) y "base" (la parte de abajo), o como le decimos en danés: "Overkammerjunker" y "underkammerjunker". 

He seguido esta receta porque es la más auténtica que he encontrado. Con estas cantidades salen 80 kammerjunker (40 galletas abizcochadas que se cortan por la mitad y se vuelven a hornear para que queden crujientes). En menos de 1 hora y con poco esfuerzo se pueden tener listas.

  • 225 g de harina de trigo común
  • 75 g de azúcar de caña (se puede sustituir por azúcar blanco)
  • 1 cucharada de bicarbonato sódico
  • Ralladura de piel de 1/2 limón
  • 1 cucharadita de vainilla en polvo (se puede sustituir por azúcar avainillado)
  • 100 g de mantequilla fría
  • 1 huevo 
  • 1 dl de leche (la que tengas; sirve cualquiera menos la que en Dinamarca se llama skummetmælk, una súper desnatada con 0,1-0,3% de grasa. La desnatada de España tiene 1%. También lo he probado con koldskål y salió bien)


La preparación:

- Empezamos precalentando el horno a 200° en función ventilador. La receta original dice que se metan las bandejas ya al horno, pero yo no lo hago porque la mantequilla de la masa se empieza a derretir si la bandeja está caliente cuando colocas las bolitas de masa por encima.

1. En una minipimer u otro robot de cocina/, procesador de alimentos echamos la harina, azúcar, bicarbonato sódico, ralladura de piel de limón y azúcar avainillado. Añadimos la mantequilla fría cortada en dados.

2. Mezclamos bien durante unos segundos. Quedará una mezcla uniforme de grumos sexos, como migas de harina.

3. Añadimos la leche y el huevo y mezclamos de nuevo durante unos segundos. Lo suficiente para que se mezclen todos los ingredientes.

* Es importante no trabajar demasiado la masa para que la mantequilla no se caliente y se ablande. 

4. Sacamos toda la masa con ayuda de una espátula. Si la masa es lo suficientemente firme y manejable, separamos en 4 partes de unos 130 g cada una. 

Sobre la mesa ligeramente enharinada hacemos una salchicha con cada parte de masa. Luego cortamos la salchicha en 10 trozos iguales (Aprox. 13 g cada uno) y los redondeamos un poco.

* Si la masa está demasiado blanda como para rularla, tenemos 2 opciones: Meterla a la nevera durante unos 30 minutos para que se endurezca un poco o, como yo hice el día de las fotos, poner la masa en una manga pastelera (o simplemente una bolsa de plástico de cocina con un tijeretazo en la punta) y hacer montoncitos sobre una bandeja de horno con papel de hornear.

5. Usemos el método que usemos, es importante dejar espacio entre las bolitas o los montoncitos; las galletitas crecer en el horno y acaban siendo del tamaño de una nuez en su cáscara.

6. En el primer horneado les damos 8 minutos en el horno precalentado a 200°C con función ventilador. Tomarán un poquito de color.

7. A continuación sacamos las galletitas del horno y bajamos la temperatura del horno a 150°C.  Las dejamos enfriar un poquito hasta poder sujetarlas en la palma de la mano.

* Así, después del primer horneado me encantó el resultado. Quedan unas cimas abizcochadas por dentro y muy olorosas. Guardé unas cuantas para comérnoslas así, y con el resto procedí al segundo horneados.

8. Cuando se hayan enfriado lo suficiente como para no quedarnos, cortamos todos los bizcochitos por la mitad horizontalmente. Yo probé con varios cuchillos, algunos con sierra y otros sin ella. El que más me gustó fue uno pequeño sin sierra. Hay que intentar que las bases y las tapaderas tengan un grosor similar para que se cuezan a la vez. Este proceso lleva unos 5 minutos.

9. Distribuimos todas las mitades sobre la bandeja de horno. Aquí ya da igual que se toquen; no crecen más.

10. Les damos el segundo horneado, que serán 15 minutos a 150°C o hasta que queden crujientes. A lo mejor alguna necesita un par de minutos más para que se seque la miga. Del mismo modo, si algunas mitades te han quedado muy finas, puede que necesites sacarlas antes del horno para que no se tuesten de más.

¡Y ya está! Ya solo queda dejarlas enfriar completamente antes de guardarlas en una caja de hojalata o un recipiente de cierre hermético. Aguantan bien por lo menos durante una semana, pero yo no he conseguido nunca que nos duren tanto porque desaparecen ;)

 ¡Buen provecho!

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domingo, 19 de junio de 2022

Bizcocho de coco de Vanatu

¡Este mes viajamos a Vanatu con Cocinas del mundo! Y si te estás preguntando dónde queda eso, no te preocupes, no estás solo/a. Pues nos vamos a una isla de Oceanía, que es la República de Vanatu.

Para este viaje, yo me he ido a por un dulce. Lo compartí con amigos y vecinos y les gustó mucho el sabor y la textura húmeda y blanda de este bizcocho. Pero a quienes más le gustó fue a mi vikingo y mi mini-vikingo. Y, por eso, y pese a que los cocos son escasos, diminutos y caros aquí en Dinamarca, la he vuelto a hacer y ha vuelto a desaparecer sin dejar migas. Eso sí, el truco de este bizcocho está precisamente en usar coco fresco. Así se consigue la textura húmeda y el sabor tan auténtico, fresco y natural.

La página donde se publicó originalmente esta receta ya no está disponible, pero, por suerte, sigue en internet gracias a un par de blogs, como este. Yo hice la mitad y aquí pongo las cantidades convertidas a medidas métricas.

  • 190 g de coco fresco rallado (te explico cómo)
  • 113 g de mantequilla sin sal (yo uso con sal porque aquí es prácticamente imposible encontrar otra) ablandada a temperatura ambiente, ¡no derretida!
  • 225 g de azúcar glas
  • 120 g de harina de trigo común
  • 4 huevos 
  • 1,5 cucharaditas de levadura en polvo 
  • 1/2 cucharadita de sal 


La preparación:

* Si, como yo, te sueles olvidar de sacar la mantequilla del frigo antes de tiempo para que se ablande, te digo cómo ablandarla rápido sin fundirla: Corta la mantequilla en cuadrados pequeños. Calienta un vaso con agua dentro en el microondas (o vierte agua hirviendo en un vaso). Vacía el vaso y colócalo boca abajo sobre los dados de mantequilla, como una cúpula. Déjalos tapados durante 10 minutos y estarán listos para cocinar.

* El otro elemento que debemos preparar antes es el coco: Abrimos el coco (yo intento usar un martillo o algo para hacer un agujero antes y sacar el líquido, porque me encanta el agua de coco y, si lo casco contra el suelo del patio, se pierde el agua). El agua de coco, además de estar rica, sirve para que no se sequela pulpa del coco que no nos comamos inmediatamente.


Una vez abierto, vamos sacando la pulpa del coco separándola de las paredes con un cuchillo. A continuación se puede rallar con un rallador, como si fuera queso o una zanahoria. Pero yo utilicé una picadora eléctrica. Fui pulsando poco a poco, para romper los trozos sin que se me hiciera puré. También añadí una cucharadita del agua de coco. Cuando tuve una textura de virutas toscas de coco rallado, lo saqué. Reservamos.

1. Batimos bien el azúcar y la mantequilla a mano o con varillas eléctricas hasta que la mezcla quede cremosa.

2.  Añadimos entonces los huevos uno a uno y mezclamos bien.

3. Vamos incorporando la harina, levadura en polvo, sal y coco rallado. Mezclamos bien.

4. Engrasamos con mantequilla un molde. La receta original dice engrasar y recubrir con papel de hornear. Vertemos la mezcla en el recipiente.

* Yo solo engrasé y me fue bien. Lo hice en un recipiente redondo de cristal apto para horno y no saqué el pastel del recipiente, fui cortando los trozos en el mismo recipiente y salían sin problema. Sí quieres desembolsar, utiliza un molde de silicona o cubre tu molde con papel de hornear.

5. Horneamos durante 60-90 minutos en el horno precalentado a 150°C. Tiene que quedar morenito por arriba.

Y ya solo queda esperar a que se enfríe completamente. Así sabrá mucho mejor y guardará su forma y será mucho más fácil de cortar y sacar.

 ¡Buen provecho!

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