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viernes, 24 de abril de 2020

Panecillos de leche japoneses


Estos panecillos de leche japoneses (ふわふわミルクパン) son una delicia, tanto por el sabor como por la textura de algodón. No son difíciles de hacer, pero es una receta delicada y la masa requiere trabajo, descanso y cariño. Cuando la descubrí, me lancé a hacerla pero, aunque estaban buenos, no quedaron tan algodonados como los originales japoneses, así que me puse a investigar recetas originales japonesas, vídeos de la técnica, el origen de los métodos yudane y tangzhong, adaptaciones modernas, etc. Esta vez sí, he quedado muy satisfecha y os explico bien todos los pasos para que no repitáis mis fallos y os salgan requetebien. Con estas cantidades salen 16.
Mirad el resultado si os falta motivación, porque de verdad que son celestiales, y encima sirven para salado y para dulce. Dentro vídeo:


  • 185 g de leche (básicamente lo mismo en ml)
  • 250 g harina para pan
  • 3 g de levadura activa seca
  • 30 g de azúcar
  • 3 g de sal
  • 20 g de mantequilla blanda (no derretida)

La preparación:

1. Calentamos un poco la leche; la queremos tibia, que no queme, pero que podamos disolver la levadura en ella. Agitamos bien hasta que se haya disuelto la levadura.



2. En un cuenco mezclamos el azúcar, la sal y la harina, a poder ser, tamizada. 

3. Echamos la leche con levadura a la harina y mezclamos. ¿Se puede hacer a mano esta receta? Sí. Peeero es una masa muy pegajosa que requiere bastante masado hasta hacerla manejable y uniforme. A mí los brazos y la espalda se me quejaron mucho, por problemas míos, así que la segunda vez que los hice utilicé un robot de cocina para mezclar y lo recomiendo. Le doy 1 minuto a velocidad mínima para integrar los ingredientes y 6-8 minutos a velocidad media para activar el gluten. 


4. Sacamos la masa, repelando bien el cacharro del robot, aplanamos un poco y colocamos la mantequilla en lonchas o trozos en el centro y la encerramos ahí. Importante que la mantequilla esté blanda, pero no fundida. Ahora hay que incorporar la mantequilla a la masa y, de nuevo, se puede hacer a mano o a máquina, pero se va a poner la cosa muy pringosa, os lo aviso. Yo le doy unos 5 minutos a velocidad media en el robot de cocina. Tendremos que ver cuándo llega a una consistencia manejable y un aspecto más sedoso y menos pringoso.


5. Ahora toca reposar la masa en un cuenco para que se relaje el gluten y la masa doble el volumen. La dejamos dormir 35-40 minutos en un lugar cálido. Si es invierno, o vives es un país frío como yo, recomiendo ponerla a dormir en el horno a 30º (al mínimo o menos). Recomiendo cubrir el cuenco con un paño un poco húmedo para que no se seque la superficie.


6. Ahora sacamos la masa del cuenco con cuidado, aplanamos un poco con la mano y dividimos en 4, en forma de cruz, y después cada cuarto en tres. Así salen 16 porciones. 


7. Formamos una bolita con cada porción. Lo típico de estas recetas japonesas es la delicadeza con la que trabajan y cómo intentan hacerlo bonito en cada paso. Para formar las bolas, no redondean y listo; van estirando las puntas y escondiéndolas en la base para que la parte de arriba quede lisa. Les damos a las bolas 15 minutos más de reposo cubiertas con un paño húmedo y en el horno a 30º como antes.


8. Para cocinarlas vamos a necesitar un molde con paredes de altura media y donde quepan las bolas justas, porque tienen que crecer unas contra otras, pegaditas. El molde lo forramos con papel de horno, tanto la base como las paredes.
Tomamos una bola, la aplanamos un poco con la mano, no del todo, y volvemos a formar una bola con la técnica de juntas los bordes en la base. Repetimos el proceso con todas las bolas y las vamos colocando dentro con una separación mínima entre ellas.


9. Les damos 35-40 minutos más de levado igual que antes, cubiertas con un paño humedecido y a 30º en el horno. Volverán a crecer y se juntarán los bordes de unas y otras.

10. Por fin ha llegado el momento de hornear. Espolvoreamos por la superficie con harina para pan con ayuda de un colador o un filtro para té. Les damos 17 minutos con calor arriba y abajo a 150º C. Deben quefar blanquitos, pero yo les doy un último minuto con función grill o vetilador al final para que tomen una pizca de color.


¡Y ya está! Las sacamos del recipiente en su papel y solo queda dejar que reposen y se enfríen un mínimo de 5 minutos y se pueden separar.





Nos los llevamos al día siguiente para disfrutarlos de picnic en el campo.



Y nos gustaron tanto con salado como con dulce (nocilla).




  ¡Buen provecho!


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