Hace poco fuimos a Grecia. Fue un viaje precioso y, además, tuvimos la suerte de probar unos lokoumades divinos en Korfu y el famoso saganaki en Atenas. En Santorini solo tocó helado.Yo tenía capricho de probar estos clásicos griegos por culpa de (o más bien gracias a) mis admirados Gary Mehigan y George Calombaris.
Encima, al volver a casa en Dinamarca, celebraban la semana griega en un supermercado y ¡tuve la gran suerte de encontrar kefalotyri! Es uno de los principales quesos con los que se prepara el saganaki. Otras opciones son graviera, kasseri y kefalograviera. Y también sirve el halloumi, que se usa en Chipre.
Debo aclarar que "saganaki" solo se refiere al tipo de preparación, frito; aunque los saganakis más famosos son el de gambas y el de queso.
En Atenas lo probamos con masa filo; otras opciones son empanado en tapioca, en harina de trigo y en harina de sémola. En realidad también se puede freír sin empanar, pero con los quesos menos duros, la costra adicional evita que el queso se pegue y además añade una textura interesante. Un gran clásico es la receta que incluye miel y limón, aunque en Estados Unidos se popularizó una versión flambeada con ouzo o coñac. Bueno, pasamos a la receta, que hoy es empanada en sémola, con alguna semilla de sésamo, miel y limón.
- 300 g de queso kefalotyri, graviera, kasseri, kefalograviera o halloumi
- 3-4 cucharadas de polenta (o, si preferís, harina de sémola, que es como polenta fina)
- 2 cucharadas de miel
- 2-3 cucharadas de aceite de oliva
- 1/2 cucharadita de semillas de sésamo (negras mejor)
- Un cuarto-medio limón
- Pimienta negra
- Agua
- Orégano
1. Preparamos las porciones de queso. Normalmente son trozos triangulares o rectangulares, pero el trozo que yo compré es más bien ovalado. En cualquier caso, lo importante es cortar trozos con un grosor de aprox. 1-1,5 cm para evitar que se derrita y se pegue a la sartén.
2. Calentamos el aceite en una sartén antiadherente. Para mi gusto, mejor no abusar. Cubro el fondo y, si hace falta más al darles la vuelta, añado un poco; no me gusta ahogarlo en aceite.
3. Mientras tanto, empanamos el queso. Normalmente se usaría huevo, pero para aligerar la receta y dar protagonismo total al queso, vamos a usar agua. Sí, agua. Pasamos una pieza de queso por agua, sacudimos para deshacernos del exceso y rebozamos en la sémola. Otra opción para mojar el queso es leche.
4. Entonces freímos a fuego medio cada trozo de queso. Le damos un par de minutos por cada lado hasta que esté dorado.
5. Si la miel es de consistencia densa, recomiendo calentarla y ablandarla un poco en un cazo o en el microondas. Si la miel es líquida o viene en un bote con dispensador, se puede rociar directamente el queso con ella y el propio queso la calentará.
6. Espolvoreamos con las semillas de sésamo, una pizca de pimienta negra y, si queremos, con el orégano. Finalmente, rociamos con unas gotas de limón y servimos con un par de cuñas de limón para que cada uno se eche más. ¡Y a comer inmediatamente antes de que se enríe!
* Para aligerar aún más la receta, se puede hacer el queso a la plancha sin rebozar en absoluto, pero estaríamos hablando de otra receta y hoy os la presento así, que está muy buena ;)
6. Espolvoreamos con las semillas de sésamo, una pizca de pimienta negra y, si queremos, con el orégano. Finalmente, rociamos con unas gotas de limón y servimos con un par de cuñas de limón para que cada uno se eche más. ¡Y a comer inmediatamente antes de que se enríe!
* Para aligerar aún más la receta, se puede hacer el queso a la plancha sin rebozar en absoluto, pero estaríamos hablando de otra receta y hoy os la presento así, que está muy buena ;)
¡Buen provecho!
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