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domingo, 18 de diciembre de 2022

Corazones de miel daneses

Estos corazones abizcochados se llaman honninghjerter (corazones de miel) y son muy típicos de la Navidad danesa. Los traigo como traca final para la última parada de mi viaje con Cocinas del mundo, después de nada más y nada menos que 9 años. ¡Qué pena y qué honor! ¡´Qué de buenos recuerdos!

Los tradicionales llevan cobertura de chocolate puro por la cara de arriba y una pegatina de "julemanden" (más o menos una figura similar a Papá Noel), otras escenas navideñas o "God jul" (Feliz Navidad) escrito con glaseado blanco; nunca los he visto de otra manera, pero yo hoy en casa he hecho lo que me ha apetecido y he probado chocolate puro, blanco, fideos, virutas de coco y estrellas de cartón fino.

Esta receta no es difícil, pero requiere dedicación y paciencia, porque, aunque todos los pasos son fáciles, el producto final lleva unos 3 meses. Pero no son 3 meses de trabajo, tranquilos; es más que nada tiempo de reposo y espera.

También existen recetas rápidas, pero para mi gusto, los corazones quedan secos. El año pasado probé unos corazones sorprendentemente blandos y esponjosos en el festival de la calabaza de Skælskør y les pregunté cómo los hacían. Me dijeron que la receta era un secreto de la confitería Nytorvs Konditori, pero que me podían contar el truco principal: 3 meses de reposo de la masa madre. A partir de ahí empecé a investigar, a hablar con panaderos, pasteleros y amas de casa con buena mano. Me anoté todos los trucos y los puse a prueba. Así que, en esta entrada, además de la receta final, comentaré también los fiascos para evitar repetir los mismos errores en el futuro y que tú los puedas evitar desde el principio si te animas a intentarlo.

Para empezar, la receta que más me recomendaron fue la de Meyers. Fue la que acabé usando como base, pero tenía razón la señora que me dijo que lo importante son los trucos, no la receta en sí, porque los ingredientes son prácticamente los mismos en todas. La receta de Meyers por escrito me pareció insuficiente; muy poca información y explicación. Con las instrucciones que dan en su web, salen corazones, sí, pero ni mucho menos quedan ni tan blandos ni tan apetecibles. Por casualidad, me encontré con este vídeo de otra receta y este otro en el que Meyers pone en práctica su receta de la masa madre. En el vídeo vienen más explicaciones que en la receta, aunque aún así no me pareció que fuera lo suficientemente exhaustiva. Completé con truquillos que he ido recogiendo de reposteros y confiteros.

Algunos de los ingredientes pueden sonar a experimento químico, que al fin y al cabo es lo que vamos a hacer, pero el carbonato de potasio es muy común en recetas de galletas de Navidad para conseguir una masa suelta y, en esta receta en concreto, para disolver la masa madre. El bicarbonato de amonio es un agente leudante conocido como bicarbonato de confitería. 

Con estas cantidades salen 20 corazones grandes o 40 más pequeños; yo hice de varios tamaños y por eso me salieron 40:

Para la masa madre:

  • 500 g de miel (líquida o fundida)
  • 500 g de harina de trigo

Para la masa de los corazones:

  • 2 yemas de huevo
  • 10 g de bicarbonato de amonio para repostería (hjortetaksalt en danés; ammonium bicarbonate en inglés)
  • 10 g de carbonato de potasio
  • 5 g de canela molida
  • 5 g de jengibre molido
  • 5 g de clavo molido
  • Ralladura de piel de 1 naranja
  • 1 kg de masa madre (la del punto anterior)
Para cubrir:
  • Chocolate puro para fundir es lo tradicional, aunque yo he hecho algunos con chocolate blanco, otros con virutas de coco, con fideos de colores... 
Opcional: Aceite vegetal y harina para la bandeja del horno 


La preparación:

Primera fase: 

2-3 meses antes de Navidad o cuando se quieran tener listos los corazones.

1. Para la masa madre, simplemente mezclamos bien la miel (líquida o fundida, si es miel densa o dura como la danesa) y la harina hasta que la mezcla sea homogénea. 

Guardamos en dentro de recipiente de cierre hermético, como un tupper de plástico, y reservamos en el frigorífico o un lugar donde no haga calor durante 1-3 meses. La masa madre se irá quedando muy dura, a veces tan dura como una piedra; es normal. (El carbonato de potasio ayudará a ablandarla en la segunda fase.)

Segunda fase:

1. En un recipiente mezclamos las dos yemas de huevo con el bicarbonato de amonio moviendo hasta que se haya disuelto completamente. 

2. Por otra parte disolvemos el carbonato de potasio en un par de cucharadas de agua o leche con el (con cuidado, la mezcla se calienta).

3. Mezclamos las yemas con el bicarbonato y el carbonato disuelto con la masa madre. Le damos un momento para que la reacción química empiece y se vaya ablandando la masa madre. En mi caso, tuve que añadir un poquito más de carbonato disuelto en agua y con un cuchillo romper trozos, porque no había manera de ablandarlo lo suficiente.

4. Añadimos entonces canela, jengibre, clavo y amasamos bien. (¡Con cuidado de no romper nada, si lo hacemos a máquina!) Son 6-8 minutos a mano o a máquina; 3 minutos a velocidad lenta y 3 minutos a velocidad rápida. Si vemos que la masa está muy seca y le cuesta mezclarse, podemos añadir un par de cucharadas de agua, preferiblemente templada. Aunque parezca imposible, acaba convirtiéndose en la masa perfecta.

5. Recomiendo dividir la masa en dos para trabajarla con mayor facilidad. Con un rodillo ligeramente enharinado extendemos la masa sobre una encimera u otra superficie de trabajo limpia y ligeramente enharinada. Le damos un grosor de unos 4-6 mm y con un molde para galletas cortamos los corazones. Como decía, tradicionalmente son grandes, del tamaño de una mano extendida, pero yo hice de varios tamaños. Ten en cuenta que crecen bastante en el horno. Unimos las sobras de la masa, volvemos a extenderla y cortamos más corazones hasta que no quede masa.

6. Colocamos en una bandeja para horno los corazones bastante separados. Yo los puse sobre papel de hornear, pero hay quien los pone directamente sobre la bandeja embadurnada de aceite y ligeramente espolvoreada con harina. 

En la primera horneada de prueba me di cuenta de que era necesario dejar más espacio entre ellos; se me pegaron algunos entre sí. Los rescaté cortando con un molde grande una vez horneados, pero no quedaron igual de bien, evidentemente.

7. Horneamos en el horno precalentado a 180° durante 8-10 minutos con calor arriba y abajo, sin función ventilador.

Pasado ese tiempo, apretamos cuidadosamente con un dedo la superficie de un corazón, si se queda la marca, aún no están listos.

Atención también a los diferentes tiempos de cocción si hacemos corazones de varios tamaños.

8. Cuando estén listos, los pasamos a una rejilla.  

Poco después del horneado quedan duros como piedras. En teoría se van ablandando si se dejan en el frigorífico cubiertos con un trapo humedecido en un recipiente cerrado (un tupper, por ejemplo). Pero yo puse a prueba varias técnicas y los que mejor quedaron son los que pincelé con agua mezclada con un poco de azúcar nada más sacarlos del horno, mientras están calientes. Después los guardé en recipientes herméticos con papel de hornear entre ellos y les di 4 días de reposo en el frigorífico para que absorban la humedad. Ese es el verdadero truco para que se ablanden (cortesía de una antigua repostera; Maibritt Bruus Madsen). 


Tercera fase:

Cuando ya están blandos, se pueden cubrir con chocolate. Se funde el chocolate al baño María o con nuestro método de elección y se bien se pincela con él o se vierte sobre cada corazón.

Para pegar una imagen, se hace mientras el chocolate está húmedo. Para escribir con glaseado en la superficie, hay que esperar a que se seque y se endurezca el chocolate.

Es preferible cubrir solo los que se vayan a comer y cubrir el resto cuando se vayan a sacar, pero igualmente aguantan en el frigorífico en recipientes herméticos un mes o más. 

¡Y ya está! Parece un gran proyecto, pero en realidad sólo hay 2 días de trabajo como tal en esta receta de 3 meses; el resto es paciencia.

 ¡Buen provecho!

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domingo, 15 de mayo de 2022

Galletas de parmesano


Nos vamos al Reino Unido (UK) con Cocinas del mundo. Confesaré que este destino no casa mucho con mi estilo gastronómico, con una excepción: ¡La repostería! Scones, galletas de mantequilla, crumble, bizcochos, tartaletas, crumpets, pastel de zanahoria o pikelet... Eso sí me gusta y mucho.

El shortbread, que son galletas de mantequilla típicas de Escocia, es dulce. Son pastas de té, de hecho. Justo acababa de hacer 60 galletas de mantequilla cuando anunciaron el nuevo destino del reto y el olor que inundaba la casa me inspiró. Pero no hice unas galletas cualquiera; hice estas galletas de parmesano de la chef británica Nigella Lawson. Hice la mitad según su receta y después las he hecho un par de veces más con harina integral (de espelta) en lugar de harina de trigo. ¿El veredicto? Facilísimas, rapidísimas y adictivas. En los dos casos.


Para unas 30-40, según el grosor y el radio:

  • 150 g de harina corriente de trigo (con harina de espelta quedan igual)
  • 75 g de parmesano en polvo 
  • 100 g de mantequilla (ablandada a temperatura ambiente, no derretida) * La receta original dice mantequilla sin sal, pero aquí es muy difícil de encontrar y con sal quedaron muy buenas.
  • 1 yema de huevo

* (Cuando hago la mitad, hago: 75 g harina, 50 g mantequilla, 40 g parmesano, 1 yema)


La preparación:

1. Mezclamos los ingredientes con un tenedor o una cuchara; sobra con la mano. No hay que batir ni triturar, solo mezclar

* Es importante que la mantequilla esté blanda y no fundida, porque queremos poder mezclarla sin cambiar su estructura molecular, que la masa no se expanda en el horno y que el resultado sea una textura de masa brisa/agalletada.

2. En el mismo recipiente amasamos durante unos 30 segundos para integrar todos los ingredientes. Si hacemos la receta completa, dividimos la masa en dos; si hacemos solo la mitad, no hace falta.

3. Rodamos la masa hasta formar un cilindro lo más uniforme posible, de unos 3,5 cm de diámetro. Golpeamos ligeramente los extremos con la mano o contra la mesa para aplanarlos. Cómo veréis en la foto, también se puede hacer un cilindro más grande, lo único que pasará es que saldrán menos galletas.

4. Enrollamos el cilindro en plástico de cocina y cerramos en los extremos como si fuera un caramelo. Lo dejamos reposar en el frigorífico durante 45 minutos (o 15 minutos en el congelador, si tenemos prisa).

5. Pasado ese tiempo, desenvolvemos el cilindro y cortamos en rodajas de aprox. 1 cm de grosor (a mí me gustan gruesas, así que no me molesta sí salen un poco más grandes). 

Consejo propio: Gira ligeramente el cilindro después de cortar cada galleta para evitar que la base del cilindro acabé plana.

* Opcional pero recomendable: Antes de hornear, dales 10 minutos más en el congelador o 30 en el frigorífico, sobre todo si has hecho las galletas con dibujo.


* Les podéis dar otra forma o hacerlas con dibujo o mensaje, como estas otras que hice yo con harina integral y un sello:

6. Colocamos las galletas sobre papel de hornear en una bandeja de horno y dales 15-20 minutos en el horno ya precalentado a 180°C. Las galletas deben quedar blanquitas, pero los bordes se dorarán ligeramente cuando estén. Si se usa harina de espelta u otra harina integral, quedarán algo más oscuritas.

Ya solo queda dejarlas enfriar, preferiblemente sobre una rejilla, para que no suden. Es difícil resistirse, pero están aún mejor en frío, cuando han alcanzado su textura ideal.

Si quieres preparar la masa con antelación, puedes dejarla en el frigorífico enrollada en el plástico de cocina durante 1-3 días antes de cortar.

 ¡Buen provecho!

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jueves, 12 de mayo de 2022

Panecillos de espelta


¡
Bieeen! Toca hornear panecillos otra vez, como manda la tradición danesa. Aunque esta vez me he decidido por una versión con harina de espelta. La espelta es un grano con muchas vitaminas y mayor calidad nutricional que el trigo común, pero como la harina de trigo, existe versión integral y versión más refinada. La que más fibra aporta es la integral, pero para esta receta en cuestión hace falta una harina fina, es decir, no integral. Esta receta de panecillos daneses es fácil y rápida y está sacada de aquí.

Todos los años en torno a estas fechas horneo panecillos de este estilo. ¿Sabéis por qué? Porque mañana viernes es "Store bededag" en Dinamarca, gran día de la oración. Hoy en día la tradición no tiene nada que ver con rezar, sino con el pan. 

Antes de la reforma luterana, la iglesia impuso días de reflexión en los que se ayunaba y se rezaba y estaba prohibido trabajar, viajar, o prácticamente cualquier actividad que no fuera rezar. Tras la reforma, se conservaron algunas tradiciones, pero con modificaciones, bien de fechas o bien de normas.

Hans Bagger, obispo de Sjælland, determinó que el cuarto viernes después de Pascua fuera el mayor día de oración y reflexión en la Dinamarca protestante. Eso significaba que los panaderos no trabajaban ese viernes y la gente se acostumbró a comprar panecillos la tarde antes. La idea era tostarlos al día siguiente, pero mucha gente se los comía la noche del jueves, incapaces de resistirse al pan recién horneado.

De ahí viene la tradición de comer panecillos calentitos con mantequilla el jueves por la noche antes del viernes festivos. Los panecillos se llaman varme hveder o hvedeknopper y tradicionalmente se hacen con harina de trigo refinada. No es día de pensar en colesterol ni cosas así. Es el día de decir "un día es un día" y "una vez al año no hace daño".

Pero como ya son muchos años, voy probando cosas nuevas. Y la harina de espelta fina es muy buena alternativa para este tipo de panecillo; quedan blandos, pero con más estructura que los habituales, así que funcionan mejor para bocadillos.

Para unos 10-12 panecillos, según el tamaño:

  • 2,5 dl de agua templada (en torno a 35°C)
  • 75 g de mantequilla derretida y luego enfriada a temperatura ambiente
  • 50 g de levadura fresca prensada
  • 1 cucharada de azúcar
  • 1,5 cucharaditas de sal
  • 1 huevo
  • 8 dl de harina de espelta fina 
Opcional:
  • Media cucharadita más de mantequilla para pincelar
  • Copos de avena


La preparación:

1. Disolvemos la levadura en el agua templada en un cuenco. 

2. Añadimos la mantequilla fundida y enfriada, el azúcar, la sal y el huevo.

3. Mezclamos con la harina, preferiblemente tamizada, y amasamos hasta conseguir una masa lisa y elástica.

4. Dejamos levar mínimo durante 30 minutos en un lugar sin corrientes ni cambios de temperatura.

5. Empezamos a precalentar el horno a 200°C y formamos bolas, en mi caso de 70 g cada una, pero lo puedes hacer a ojo.

6. Las colocamos en fila en una bandeja para horno sobre papel de hornear; deja un poquito de espacio entre ellas, pero no mucho, porque parte del encanto de estos bollitos daneses es que los laterales se pegan entre sí. Yo debería haber dejado menos espacio del que dejé. Los dejamos levar de nuevo, unos 15 minutos, en un lugar sin corrientes ni cambios de temperatura.

7. Horneamos durante 15-17 minutos. Con calor arriba y abajo no me tomaron mucho color, así que la próxima vez le daré los últimos 3-5 minutos con función ventilador.

8. (Opcional) Al sacarlos del horno, los pincelamos con el poquito de mantequilla fundida que nos quedaba y espolvoreamos con copos de avena.

Por último, como siempre, dejamos reposar y enfriar sobre una rejilla para que no suden y terminé de desarrollarse la miga sin apelmazarse. Y a disfrutar :)


 ¡Buen provecho!

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domingo, 17 de abril de 2022

Jornada taiwanesa


Hace un par de fines de semana hicimos inmersión en la gastronomía taiwanesa. Y es que, para el viaje a Taiwán con Cocinas del mundo, me fue imposible limitarme a una receta. No es de extrañar; tengo debilidad por la cocina asiática. 
Tenía una elegida, pero para ir calentando motores, hice 3 recetas más y me quedé con otras tantas en el tintero. Total, que fue un fin de semana taiwanés completo.

Lo he disfrutado muchísimo porque, en los últimos meses, he participado en el reto siempre con prisas. La semana pasada, el médico me dijo que debo darle prioridad a hacer más cosas que me hagan sentir bien. Me lo tomé en serio y he estado cocinando por placer, como antes.

Así que os traigo, por una parte, San Bei Ji, o pollo de las 3 tazas, que es algo así como el "arroz tres puñaos" de mi pueblo, pero de Taiwán. Y, también os enseño otras cosillas que he preparado con la excusa del viaje; un desayuno típico de Taiwán (con algunos elementos comunes en China en general) y unos panecillos de boniato preparados al vapor y, algunos de ellos, rellenos de carne fermentada.

Como siempre, estuve investigando por varios canales, pero sobre todo utilicé esta web, Rasamalasya, en concreto de aquí, aquí, aquí y aquí, y también este vídeo. El vídeo para aprender la técnica, porque el audio no lo entiendo, claro.

Empecemos con el pollo, que fue mi receta elegida, al fin y al cabo: 

Pollo San Bei Ji o sanbeiji, 三杯雞

Ya la hemos repetido un par de veces, añadiendo almendras y setas (que me perdonen los taiwaneses). En casa la llamamos "pollo tres puñaos". Con estas cantidades salen 2-3 raciones y se recomienda acompañar de arroz de grano largo.

  • 400 g de pollo
  • 2 cucharadas de aceite oscuro o tostado de sésamo para cocinar
  • Un trozo de jengibre fresco de unos 5 cm 
  • 6 dientes de ajo (por mí, más. Queda blando, dulce y delicioso, nada fuerte; como asado)
  • 1,5 cucharadas de salsa de soja
  • 1,5 cucharadas de kecap manis, salsa de soja dulce y espesa
  • 1,5 cucharadas de vino de arroz para cocinar chino, shaoxing o shao shing
  • Un puñado de hojas de albahaca fresca tailandesa

Apuntes: 

La esencia de este plato está en sus ingredientes tradicionales; si no tienes kecap manis, jengibre fresco o albahaca tailandesa, no te recomiendo hacerlo, la verdad. Te saldría un plato de pollo, no te digo que no esté bueno, pero no sería en absoluto comparable al sabor de la receta tradicional. La albahaca tailandesa tiene tonos cítricos, casi me recuerda a la regaliz. La albahaca italiana y similares no sirven. Por otra parte, el vino chino para cocinar recuerda a un jerez, así que eso sí podría sustituirse si no queda otra.

El corte de pollo: En occidente usamos mucho la pechuga, mientras que en Asia ese es el corte menos apreciado y utilizado. Para este plato se usa un pollo entero troceado, pero yo quería hacer menor cantidad y usé contramuslos de pollo deshuesados y sin piel. Puede que la piel y los huesos aporten sabor, pero a mí me gustan los trozos de carne limpios, además, así es más rápido y no se me enfría la comida peleándome para sacar la carne. Si usas trozos con hueso, tenlo en cuenta y usa más de 400 g, porque el hueso, pesa.

Si usas pechuga, hay varios trucos para que quede más tierna. Uno de ellos es mezclar los trozos con 1 cucharada de bicarbonato sódico apto para uso alimentario y dejarlo reposar 10 minutos.

La preparación:

1. Troceamos el pollo (tradicionalmente los pedazos no son de bocado, sino más grandes).

2. En una cazuela de barro o, en su defecto, en un wok, calentamos las dos cucharadas de aceite de sésamo.

3. Freímos en el aceite los dientes de ajo enteros pero pelados y las láminas de jengibre fresco hasta que se desprenda de ellos su aroma. Primero te llegará el aroma a sésamo, después a jengibre y, por último, a ajo. Mueve de vez en cuando para que no se queme.

4. Añadimos el pollo troceado y le damos un par de menos para que coja color y se mezcle con los aromáticos.

5. Incorporamos entonces la mezcla de líquidos: salsa de soja, vino de arroz y kecap manis. Removemos para mezclar con los demás sabores. Tapamos, bajamos el fuego y le damos unos 5-10 minutos a fuego lento para que se termine de cocinar el pollo.

6. Finalmente, añadimos las hojas de albahaca fresca tailandesa, damos un último meneo para mezclar los ingredientes y servimos bien caliente.

Fácil y rápido. Lo esencial es tener los ingredientes correctos. Acompañamos con arroz blanco y listo.


Desayuno taiwanés

Además del pollo, hice un desayuno típico taiwanés. Consiste en pan de cebolleta (cong you bing 蔥油餅), leche de soja y huevos de té, 茶叶蛋, o cha ye dan, que son huevos infusionados con salsa de soja, té chino pu-erh o negro, canela en rama, anís, clavo, polvo chino de 5 especias y azúcar. Muy interesante. Y el olor de la infusión daba paz y calma. Estas recetas las publicaré en cuanto pueda; de momento os dejo un resumen visual.



Y por último:

Panecillos de boniato al vapor: Mantou, 馒头

También hice varias veces mantou, 馒头, que son panecillos al vapor. Nos gustaron a todos, pero a mi hijo, el que más. En este caso, fueron panecillos de boniato, tiernos y deliciosos; algunos sin nada y, otros, rellenos de carne fermentada vietnamita; de diferentes tamañosEstas recetas las publicaré en cuanto pueda; de momento os dejo un resumen visual.


 ¡Buen provecho!

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domingo, 20 de marzo de 2022

Pan de mujer - versión para salado


¡Nos vamos a México con Cocinas del mundo! Estos panecillos mexicanos, en concreto de la región de Sinaloa, se llaman "Pan de mujer" y nadie se acuerda de porqué. Pero están muy buenos y sabrosos. También se conocen como "pan de vieja", "pan de rancho", "pan ranchero" y "pan de Carboneras".

En otras versiones se pincela con un sirope hecho de agua y azúcar y se rellenan antes de hornear con raspado de panela, o piloncillo, como lo llaman en Sinaloa. Pero yo los hice para salado.

Esta vez no hay mezcla de recetas, pero sí he hecho dos recetas. Para la primera he seguido esta receta de "El rincón del pan casero" y he añadido consejos míos. Quedan blanditos con un pequeño toque crujiente por fuera. Buenísimos. Peeero los quería para la fiesta de cumpleaños de mi hijo, que cumple un año. Lo invitados no tienen muchos dientes, así que quería panecillos aún más blandos. Por esa razón, los volví a hacer con un par de modificaciones para que quedaran aún más blandos. Para la segunda tanda utilicé esta otra receta como base, de "México en mi cocina", más mis truquitos habituales. No quería hacer la versión dulce, así que reduje la cantidad de azúcar y pincelé con leche, porque con huevo quedan crujientes, y con sirope quedan demasiado dulces para bocadillos salados. Qudé muy satisfecha con el resultado.


PRIMERA VERSIÓN:

Para 7-8 panecillos, según el tamaño:

  • 300 g de harina común de trigo
  • 140 g de agua tibia 
  • 40 g de azúcar
  • 4 g de levadura de panadero seca o 13 g de fresca
  • 50 g de mantequilla o manteca vegetal
  • Una pizca de sal
  • Huevo batido para pincelar los panecillos 

La preparación:

1. Mezclamos en un cuenco la harina y la levadura. Añadimos el azúcar y la mantequilla derretida (se puede fundir en un momento en el microondas o al fuego, pero sin dejar que hierva).

2. Vertemos sobre la mezcla el agua templada; nunca caliente, para no "matar" la levadura. Vamos mezclando. 

3. Por último añadimos y mezclamos la sal y seguimos mezclando hasta tener una masa homogénea con todos los ingredientes incorporados.

4. Espolvoreamos sobre nuestro espacio de trabajo con harina y amasamiento durante 7-8 minutos hasta que la masa quede lisa y elástica. También se puede hacer a máquina en un poco menos de tiempo. Para saber si está lista, hundimos un dedo en la masa, y si la masa vuelve inmediatamente a su forma original, está lista.

5. Ahora le toca reposar durante 90 minutos o hasta que doble su volumen. Como vivo en Dinamarca y aún hace bastante frío, yo la pongo en el horno al mínimo. Si no hace tanto frío, con el horno apagado. Si dónde vives hace calor, donde sea, pero protegida de ráfagas de viento y cambios de temperatura. Para eso, aconsejo tapar el recipiente, sea con película transparente, con un trapo limpio que no toque la masa, con una tapa de olla o de sartén...

Para evitar que se reseque, la autora original pincela con aceite. Realmente si cubres la masa, ya no hace falta. Pero no está de más.

6. Volvemos a espolvoreamos nuestro espacio de trabajo con un poco de harina y estiramos la masa formando un cilindro con ella.

7. Cortamos 7 trozos de unos 80 g cada uno o, en mi caso, 8 trozos de unos 70 g cada uno.

8. Extendemos uno de los trozos con la mano, plegamos la masa sobre sí misma por todos los lados y la sellamos bien. Le damos la vuelta y la rodamos sobre la superficie o entre las manos para formar una bola. Repetimos el proceso con todos los trozos.

9.  Aplanados ligeramente cada bola con la mano y las vamos colocando sobre papel de horno en una bandeja de horno.


10. Cubrimos los panecillos con un trapo limpio, una cubierta de silicona o película transparente de cocina y los dejamos reposar durante 60 minutos en un lugar templado (mira los consejos del punto 6).

11. Pasado ese tiempo, habrán vuelto a crecer y pasamos a pincelar por arriba con el huevo batido.

12. Ya solo queda hornear a 180°C durante unos 20 minutos en el horno precalentado; (sin función ventilador o al menos sin ella hasta el final) hasta que estén dorados.

¡Y ya está! Solo queda dejar que se enfríen. Porque, como siempre digo, si cortas en caliente, la miga se apelmaza.




SEGUNDA VERSIÓN:

Para unos 20-25 panecillos, según el tamaño. Yo hice 25 de unos 70 g cada uno.

  • 1 kg de harina común de trigo
  • 500-600 g de agua tibia 
  • 150 g de azúcar
  • 20 g de levadura de panadero seca 
  • 170 g de mantequilla o manteca vegetal
  • Una cucharadita de sal
  • Leche para pincelar los panecillos 
El procedimiento es básicamente el mismo que en la primera versión, y las fotos sirven de referencia igual, pero mencionaré las diferencias:

1. Primero echamos la levadura en la mitad del agua templada (no caliente ni fría) y dejamos que se active (se formará espumita en la superficie).

2. Fundimos la mantequilla o manteca para que no esté caliente cuando la vayamos a utilizar.

3. Mientras tanto mezclamos los ingredientes secos. 

4. Incorporamos poco a poco el agua con la levadura y el resto del agua (tibia, no fría ni caliente).

5. Amasamos un poco para que se forme la masa y, cuando ya no esté pegajosa, vertemos la mantequilla derretida y mezclamos muy bien para que toda la masa se impregne.

6. Amasamos durante unos 20 minutos, la mitad si es a maquina. Cuando al presionar un poco con un dedo, la masa vuelva a su lugar, estará lista.

El resto ya es como en la primera versión, con los tiempos de levado y demás.

* La última diferencia es clave para que queden blanditos: Pincelamos con leche en lugar de huevo o sirope. 
* Horneamos durante 20 minutos en el horno a 170ºC, hasta que tomen colorcillo por arriba. Es importante que el horno haya alcanzado los 170ºC antes de meter los panecillos.

Y eso es todo. Como siempre, hay que armarse de paciencia y dejar que se enfríen antes de cortarlos, o se apelmazará la miga.

 ¡Buen provecho!

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domingo, 16 de enero de 2022

Empanadillas crujientes de pollo: Samboosa de Qatar

¡Nos vamos a Qatar con Cocinas del mundoMe vienen a la mente muchas recetas que me gustan mucho, como la kunafa, pero no quería repetir recetas que ya tengo en el blog, claro. Así que elegí unas deliciosas samboosas (sambusas) de Qatar. Hay una gran diferencia entre las samosas indias, las samboosas y las sambousek, aunque los nombres parezcan similares y de todas ellas se puedas decir que son una especie de empanadillas. Tanto la masa como el relleno son muy diferentes.

Las samboosas, que son lo que traigo yo hoy, son como los briouats marroquíes; empanadillas muy pequeñas y crujientes hechas con masa philo fritas o al horno. En Qatar es común que estén rellenas de pollo especiado y también las hay de queso. Yo hoy he hecho una combinación de pollo y queso para nuestro viaje a Qatar.

La receta base es de Nestlé, y es de pollo con sumac, especia oriental con toques cítricos, y hecha al horno en lugar de frita. Pero no he seguido la receta al pie de la letra; por ejemplo he añadido agua para que el relleno quedase más jugoso y queso junto al relleno.

Para 3-4 personas, según si es tapeo o comida. Salieron 18 samboosas exactas:

  • Aceite
  • 2 cebollas pequeñas-medianas
  • 250 g de pechuga de pollo sin piel
  • 10 g de sumac (zumaque)
  • 1/2 cucharadita de pimienta blanca
  • 1 cucharada de pastilla/polvo de caldo de pollo o verduras
  • 1/2 puñadito de piñones
  • Masa philo (preferiblemente hojas rectangulares)
  • Opcional: queso en lonchas de sabor suave y que se funda

La preparación:

1. Primero vamos a preparar el relleno para que le de tiempo a enfriarse un poco antes de rellenar. Picamos la cebolla finito y la ponemos a rehogar en una sartén una cazuela con un poco de aceite vegetal caliente. Tapamos y removemos de vez en cuando hasta que la cebolla esté tierna.

2. Tostamos un poco los piñones (sin aceite ni nada) y reservamos.

3. Añadimos la pechuga de pollo troceada (yo prefiero trozos no muy grandes) y tapamos.

4. Cuando la carne esté casi hecha, incorporamos el sumac, la pimienta, 2 cucharadas de agua, el caldo y los piñones tostados. Dejamos sin tapar que la carne se termine de cocer y que se evapore casi todo el agua. Entonces retiramos del fuego, pasamos el relleno a un recipiente frío y dejamos enfriar. Cuando el relleno ya no esté tan caliente, lo podemos usar. 

5. Lo más práctico es usar masa philo en láminas rectangulares; las redondas también se pueden usar sin problema. Yo tenía en casa las peores para este tipo de receta; cuadrados pequeños. Digo las peores porque no eran lo suficientemente largos como para cerrar bien las empanadillas; me hubiera hecho falta un pliegue o dos más. Pero bueno, las corté por la mitad y me apañé. 

Lo importante es hacer tiras rectangulares de unos 8 cm de ancho y unos 20-25 de largo. Sobre todo si eres principiante. Una vez preparada la masa, la cubrimos con un trapo húmedo, la metemos en una bolsa o evitamos de otra manera que esté en contacto con el aire para que no se seque. En el punto 7 explico cómo se forman los triángulos.

6. Ahora colocamos un trozo de queso (en mi caso el queso cortado en forma de triángulo) en un extremo de la masa, pero no justo en el borde, y sobre el queso ponemos dos cucharaditas de relleno.


7. Doblamos la masa sobre la parte con relleno formando un triángulo sobre el extremo relleno; doblamos de nuevo y seguimos haciendo dobles en forma de triángulo y envolviendo el relleno. Si pinchas aquí y aquí verás otras recetas similares donde ya expliqué cómo hacerlo, pero aquí os dejo también fotos del proceso con hojas de masa redondas, rectangulares y cuadradas:

8. Para cerrarlos sobra con humedecer el borde interior del último pliegue con agua, con los dedos. Sellamos.

* Las recetas de Qatar suelen usar una masilla de fécula de maíz y agua para sellar los bordes. Otras recetas sellan con huevo. A vuestro gusto, pero con agua, sobra; funciona igual de bien.

9. Ya tenemos todos nuestros triangulitos en la bandeja. (Menguan un poco al cocinarse; en crudo me caben 16 en la bandeja, pero al sacarlos del horno, cabían 20.)

Como no vamos a freírlos, recomiendo un par de cosas para que queden más coquetos: 

En las recetas marroquíes se suelen pincelar las láminas de masa con mantequilla fundida antes de rellenar; así la grasa de la mantequilla da color y sabor. En Qatar no he visto que se haga, pero yo lo que hice fue pulverizar un poco la superficie de los triángulos con un spray de aceite de cocina. De sabor y textura quedan prácticamente igual.

10. Finalmente horneamos durante 20-25 minutos a 200°C. Recomiendo hornear 10-15 minutos con calor arriba y abajo y los 5-10 minutos finales con función ventilador, que les da un color más doradito.


 ¡Buen provecho!

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