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domingo, 23 de diciembre de 2018

Huevo a la Mikkel


¡Ya tiene mi vikingo su propio huevo pasado por agua! 
Hace poco publiqué el Huevo Pepito, una receta familiar con tradición propia. A raíz de esa receta, mi vikingo, Mikkel, pidió un huevo inspirado en sus gustos y aquí está. 
Lo iba a llamar "Huevo vikingo", pero visto que eligió el chorizo español como ingrediente principal, no me pegaba mucho lo de vikingo; así que otro día haré uno de sabores más nórdicos.
Estos los ingredientes para cada huevo:

  • 1 huevo
  • 1/2 rebanada de pan de miga blanca (tamaño de pan de molde)
  • 2-3 rodajas de chorizo (embutido curado) del tamaño de una moneda de 1€ (de esos en sarta o herradura)
  • Un chorrito de aceite de oliva virgen extra (yo he usado un buen arbequina)
  • Sal marina en escamas
  • Pimienta recién molida
  • Opcional: Tomillo, perejil, romero.

* La esencia de estas recetas es la simplicidad. Son fáciles y rápidas de preparar y el truco para que queden riquísimas es usar ingredientes de calidad. Se podría pasar el chorizo por la sartén para sacarle saborcillo, pero eso complicaría una receta que está muy buena como es y, además, en este caso, yo decidí seguir instrucciones, y el vikingo prefirió el chorizo sin pasar por la sartén.


La preparación:

1. Primero hacemos el huevo pasado por agua. Para que la clara quede cuajada y la yema solo un poco, le daremos 4 minutos desde que el agua rompa a hervir. Mi abuela los hacía al baño maría y yo, si hago más de uno a la vez, tengo un aparatico para hervir huevos.



2. Lo enfriamos un poco debajo de un chorro de agua fría para no quemarnos las manos; los vamos pelando y los m
etemos cada uno en un vaso chato (con cuidado de que no caiga cáscara). 



3. Cortamos cada rodaja de chorizo en 4-6 trocitos y desmigamos el pan (la corteza no se usa; pero se reutiliza en otra receta). Retiramos la piel del chorizo si no estamos seguros de que sea comestible.




4. Echamos los trocitos de chorizo y las miguitas de pan con el huevo y removemos con cuidado para que no se desborde. Si acaso, podemos sacar el resto de migas de pan a la mesa y que cada uno añada cuando haya más hueco.



5. Añadimos un chorrito pequeño de aceite y sal y pimienta al gusto. Mejor echar poca y luego añadir si hace falta. Mezclamos y listo. Ah y, si queremos, espolvoreamos con una pizca de romero, tomillo o perejil. 


¡Buen provecho!

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domingo, 16 de diciembre de 2018

Galletas suecas de caramelo: Kolakakor


Estas galletas son mágicas. Repasas los ingredientes y no te imaginas nada del otro mundo, pero las pruebas y el sabor te conquista para siempre. Están realmente deliciosas y encima son sencillísimas y rapidísimas de hacer. No son para comerlas todos los días, pero también hay que saber disfrutar de la vida sin remordimientos. Y definitivamente valen la pena.

Voy a compartir este truco de magia para la edición especial de Navidad de Cocinas del mundo.

Es una receta sueca, aunque yo la conocí en Fuengirola (Málaga). Estuve trabajando allí para una empresa danesa y me las ofreció una buena cocinera sueca. Y me obsesioné con ellas. ¡Están taaan buenas! Así que me propuse tratar de recrearlas en casa en su versión tradicional, que además del sabor, conlleva un corte y una decoración particular. Para ello me he inspirado en las galletas de aquella cocinera sueca y, además, en estas otras fuentes. Al segundo intento, lo conseguí. Sabor perfecto y textura tal cual la recuerdo; crujiente por fuera y algo blandita por dentro en el centro.

En sueco se llaman kolakakor (y no, no llevan Cola Cao :P), que significa "galletas de caramelo"; a veces también se conocen como sirapskakor, porque se hacen con sirope en realidad, pero ese no es el nombre más popular. Aquí en Dinamarca
 se llaman karamel småkager, que también significa "galletas de caramelo". Son especialmente típicas en Suecia en torno a Navidad.

La clave para que salgan perfectas está en la mantequilla; tiene que ser mantequilla de verdad, nada de margarina ni derivados. Y tiene que estar blanda y a temperatura ambiente, no derretida.

Se puede mezclar todo de una, pero por mi experiencia, este es el orden y la manera que da el mejor resultado. Esta cantidad de ingredientes da para unas 15-20 galletas, según el grosor y la longitud del corte.


  • 50 g de mantequilla en pomada
  • 0,5 dl de azúcar
  • 1,25 dl de harina de trigo
  • 1 cucharada de sirope
  • 1/2 cucharada de vainilla en polvo (o azúcar avanillado)
  • 1/2 cucharadita de levadura química
  • Una pizquita de sal (Aprox. 1/2 g) (Solo necesario si usamos mantequilla sin sal)
*(Aquí en Escandinavia es que se mide todo con un vasito de decilitro, de ahí las medidas)


La preparación:

1. Empezamos mezclando la mantequilla en pomada (a temperatura ambiente y blanda) con el azúcar. Nos podemos ayudar de una cuchara de madera por ejemplo para incorporar bien los dos ingredientes.


2. Lo siguiente es añadir la vainilla en polvo, el sirope, la levadura y una pizquita de sal. Mezclamos bien.



3. A continuación, añadimos la harina y trabajamos con la cuchara para incorporar perfectamente los ingredientes. Se harán grumos secos, como si hiciésemos migas de harina; es normal.



4. La mejor manera de trabajar la masa es volcarla sobre papel de horno y con los lados del papel, presionar la masa para convertirla en una bola. A partir de ahí podemos presionarla y darle forma entre nuestras manos. 



5. Con esta cantidad de masa, podemos hacer una salchicha larga o dos más cortas, como queramos. Lo importante es darle unos 5-8 cm de ancho y aprox. 1,5 cm de alto o grosor. Es muy importante para conseguir la textura perfecta, que es crujiente por fuera y un poquito blando en el centro por dentro; es parte de su encanto. Les damos 8-10 minutos a 175º en el horno precalentado. El tiempo depende del grosor y del horno.
* La decoración clásica de estas galletas se hace con un tenedor, pero por mi experiencia, en el horno el dibujo se desvanece cuando la masa se expande, así que yo lo uso para aplanar un poco la masa y luego repaso con el tenedor inmediatamente al sacar las galletas del horno.


6. En el momento en el que salen del horno, la masa aún está muy blanda, así que aprovechamos para repasar las marcas verticales con los dientes de un tenedor y para cortar las galletas con cortes oblicuos y perpendiculares de en torno a 2,5 cm. 
Pasados 5 minutos, podemos trasladar las galletas a una rejilla para que se enfríen sin sudar. En cualquier caso, recomiendo dejar que se enfríen y se endurezcan poco a poco debajo de un paño (limpio).


* La mejor manera de conservarlas es en un recipiente de cierre hermético o en una buena caja de metal. Dicen que se pueden congelar, aunque no lo he probado.

¡Buen provecho!

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Bergua*


jueves, 13 de diciembre de 2018

Mousse de bacalao veneciano: Baccalà Mantecato


En Venecia probé el baccalà mantecato alla veneziana, que es un mousse de bacalao, y para mi sorpresa, me encantó. El bacalao no es precisamente un pescado que me guste mucho, pero la cremosidad y el sabor de este mousse típico de las fechas navideñas en Venecia, me conquistó. 
El caso es que durante ese viaje tuvimos tantas vivencias fascinantes, que me olvidé un poco de esta receta. Pero hace unos días, mis compis Nieves y Elena publicaron su deliciosa versión y con las mismas me propuse hacerlo.

Como pasa con muchas recetas, hay diferentes gustos y tradiciones; hay quien deja tropezones; hay quien prefiere textura de pomada sin grumos; hay quien añade leche, limón, hierbas... Pero he querido hacerlo tal y como lo probé en Venecia: textura suave y sin más añadido que el ajo, el aceite y el agua de cocción del pescado. La verdad es que no le hace falta nada más. No es complicado, pero sí delicado, y hay que prestar atención al detalle para que quede perfecto.

Con esta cantidad tuvimos para tapear un par de días el vikingo y yo.

  • 300 g de bacalao en salazón (Aquí en Dinamarca es klipfisk y se puede comprar o encargar en pescaderías; yo se lo compré a un pescador muy majo que tiene un puesto ambulante)
  • 1-2 dientes de ajo
  • 100 ml de aceite de oliva
  • 1 hoja de laurel
  • Pimienta molida

La preparación:

1. Antes que nada tenemos que desalar el bacalao. Mi trozo era de la cola, no muy grueso, por lo que 24 horas fueron suficientes. Si compras un trozo grueso o mucha cantidad, puedes darle 36-48 horas. El procedimiento es el mismo: Ponemos el pescado a remojo en agua fría, bien cubierto. Lo metemos al frigorífico y cambiamos el agua unas 4 veces a lo largo de las 24 horas. 


2. Una vez desalado, hervimos en agua con la hoja de laurel durante 20 minutos. A medida que cuece, vamos retirando la espuma.


3. Una vez cocido, desechamos la piel y comprobamos que no hayan espinas.

4. Para empezar, mezclamos las mollas de pescado simplemente para desmigar. Podemos hacerlo a mano o con una función de varillas tipo pala, que no corte. En este paso ya podemos añadir el ajo; yo lo prenso para incorporar todo el sabor y que no queden trozos en la mousse. Ah, personalmente me gusta con 2 dientes de ajo, pero eso también va al gusto.


5. A continuación cambiamos a unas varillas de corte e incorporamos lentamente el aceite mientras las varillas giran a velocidad media-alta. 

6. Abrimos, bajamos lo que se haya quedado en las paredes para que se mezcle con el resto, y añadimos un chorrito del líquido de cocción del bacalao. La cantidad de agua va al gusto, tendremos que ir viendo cuánta hace falta. Pero nuestro objetivo es conseguir una textura de mousse espesa, un poco como helado de coco jeje ¡Y ya está!



* Se suele servir templadito, pero frío también está muy muy bueno. Eso sí, espolvoreamos con la pimienta molida por encima.

Se puede acompañar de un prosecco, pero yo preferí un Lambrusco dulzón. Para contrarrestar la textura blanda de la mousse, se suele servir crostini de polenta o tostadas. Yo os digo que queda buenísimo con mi pan vikingo. También lo probamos con una pizca de passata picante (puré de tomate italiano) sobre el pan y es una combinación deliciosa.



¡Buen provecho!

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domingo, 25 de noviembre de 2018

Salsa de mandarina


¡Un asalto más con la tropa de #asaltablogs! Esta vez le desvalijamos el blog a Blanca, con su permiso.
Le he quitado una receta facilona, pero es que me veía genial para unas sobras de pato que tenía. Y quedó muy rica la combinación. Es una salsa de mandarina con miel.

  • 3 mandarinas
  • 1 cucharada generosa de miel
  • 50 ml de oporto o mistela

La preparación:

1. Exprimimos las mandarinas.

2. Echamos todos los ingredientes a un cazo y mezclamos.


3. Cocemos a fuego lento y removemos de vez en cuando hasta que reduzca y espese.


¡Buen provecho!

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domingo, 18 de noviembre de 2018

Pollo moambe congoleño


Para este mes, he tenido el honor de escoger el destino de Cocinas del mundo y nos vamos al Congo. ¡Espero que mis compañeros hayan disfrutado del viaje!


Me tentaban varias recetas con yuca y cacahuetes, pero finalmente me apeteció probar este pollo moambe, también llamdo "muamba", "mwambe", "mouamba" y alguna que otra versión más, como por ejemplo "Poulet à la Moambé", en francés. Me inspiré en esta receta y en charlas con una alumna congoleña. Con estas cantidades dicen que da para 2 congoleños, pero en casa nos dio para 6 platos jaja

  • Aprox. 1 kg de pollo (en mi caso 800 g de pechuga y el resto de muslos)
  • 2 cebollas
  • 3 dientes de ajo
  • 3 cebolletas (sin bulbo desarrollado)
  • Aprox. 150 g de pasta de tomate
  • Aprox. 1 litro de puré de tomate (tipo passata)
  • 1 cucharada de jengibre fresco rallado
  • 1 cucharadita de copos de gundilla
  • Aprox. 125 g de crema de cacahuete
  • 6 cucharadas de aceite de cacahuete
  • 2,35 dl de agua 
  • Sal al gusto


La preparación:

1. Calentamos 4 cucharadas de aceite de cacahuete en una cazuela a fuego vivo. Doramos el pollo por todas partes y reservamos.

* No recomiendo utilizar otro tipo de aceite porque el de cacahuete es muy aromático y añade un toque muy especial.

* Yo retiro la piel de los muslos de pollo; eso ya, al gusto.


2. Bajamos el fuego a medio-bajo y añadimos dos cucharadas más a la cazuela. Incorporamos la cebolla cortada en trozos y doramos/pochamos. Añadimos entonces el puré de tomate, la pasta de tomate, ajo picado o prensado, cebolletas picaditas, jengibre rallado, copos de guindilla, agua y sal. Mezclamos bien.

3. Devolvemos el pollo a la cazuela y subimos el fuego para que de un hervor. Entonces bajamos el fuego a bajo-medio, cubrimos la cazuela y le damos 20 minutos al fuego.


4. Sacamos una tapa de líquido de la cazuela y mezclamos la crema de cacahuete con el líquido caliente. Añadimos la mezcla a la cazuela y mezclamos bien para que se repartan los sabores. 


5. Finalmente le damos otros 10 minutos, pero esta vez sin cubrir. Cuando el pollo esté listo, podemos servir.

* Lo típico es acompañarlo con arroz hervido y plátano macho frito, además de con guarniciones de verduras como bitekuteku. Nosotros en esta ocasión lo probamos con arroz y plátano (frito en muy poco aceite) y nos gustó mucho.



¡Buen provecho!

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domingo, 28 de octubre de 2018

Pimientos de piquillo con atún y nata


¡Asalto de octubre con #Asaltablogs! Le hemos registrado la cocina a María, de Los blogs de María. De allí me he traído estos pimientos de piquillo rellenos de atún.

Me encantan las verduras rellenas y, cuando vi esta receta, lo vi claro, ya que hace poco, unos amigos gallegos me regalaron precisamente unas latas de pimientos de piquillo.
Para hacer la receta más ligera, la patata la herví en lugar de hacerla a la sartén con aceite.

  • 12 pimientos del piquillo
  • 2 patatas pequeñas o 1 grandecilla
  • 1 cebolla mediana
  • 2 dientes de ajo
  • 1 pimiento italiano o 1/2 español
  • Aprox. 150 g de atún en conserva escurrido
  • 200 ml de nata para cocinar, en mi caso 8% de materia grasa
  • 3-4 cucharadas de puré de tomate o salsa de tomate
  • Queso rallado, por ejemplo parmesano
  • Sal y pimienta
  • Aceite de oliva


La preparación:

1. Ponemos a cocer en agua con sal las patatas peladas.

2. Picamos 3/4 de la cebolla, el ajo y el pimiento y lo pochamos todo en una sartén con unas 3 cucharadas de aceite (puede ser el aceite de la lata de atún) y tapa puesta para que se vaya cociendo al vapor también.

3. Cuando las verduras estén blanditas, añadimos la patata hervida en trocitos. Chafamos y mezclamos bien.

4. Incorporamos el atún escurrido y el puré de tomate, salpimentamos y mezclamos de nuevo.

5. Con cuidado rellenamos los pimientos (reservamos dos) y los colocamos en una fuente apta para horno.


6. Picamos los 2 pimientos que habíamos reservado y el resto de la cebolla y los pochamos un poquito en la sartén tapada.

7. Añadimos la nata, salpimentamos y ligamos bien.


8. Con la salsa rociamos los pimientos rellenos y espolvoreamos con queso rallado.

9. Finalmente gratinamos en el horno durante unos 15 minutos y servimos.

¡Buen provecho!

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domingo, 21 de octubre de 2018

Calabacines sardos


Para nuestro destino de este mes con Cocinas del Mundo escogí estos calabacines sardos, es decir, de Cerdeña. La receta viene de aquí. Es una receta vegetariana, sanita y sencilla, y además llena de sabor.


Nunca he estado en Cerdeña, pero ayer me enteré de que tengo un 17,7% de sangre sarda y me hizo gracia la coincidencia. Así que investigaré más sobre la cultura de Cerdeña ;)
Yo serví 2 mitades, es decir, un calabacín, por persona. Eso ya al gusto, según sea guarnición o plato único.

  • 2 calabacines
  • 60 g miga de pan duro (triturada o rallada)
  • 2 cucharaditas de pimentón dulce
  • 2 cucharadita de comino molido
  • 2 dientes de ajo
  • 200 g queso de cabra curado (en mi caso rulo de cabra)
  • 1 cucharada de cilantro fresco picado
  • 1 cucharada de menta fresca picada
  • 3-4 cucharadas de piñones
  • Sal
  • Aceite de oliva


La preparación:

1. Lavamos los calabacines y los vaciamos de pulpa con una cuchara y mucho cuidado. Dejamos una pared de un centímetro de grosos aproximadamente. Reservamos la pulpa.



2. Rehogamos la pulpa picadita en una cucharada de aceite caliente.

3. Añadimos entonces el ajo prensado, el cilantro y la menta picados, el pimentón, la sal, los piñones y el comino. Mezclamos bien y dejamos cocinar unos minutos. Hay que dejar que se evapore el agua que suelta el calabacín. Después apartamos del fuego.


4. Ya fuera del fuego añadimos la miga de pan dura, que habremos rallado a mano o a máquina. Añadimos por último el queso desmenuzado o rallado. Mezclamos bien.


5. Con esta farsa rellenamos los calabacines y rociamos con un hilo de aceite.



6. Les damos 25-30 minutos a 200º en el horno precalentado y los sacamos cuando estén doraditos por encima. 

¡Buen provecho!

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¿Y a dónde nos vamos el mes que viene? Se me ha confiado el honor de decidirlo (¡Gracias!) y justo cuando me enteré, empecé también un trabajo nuevo que me encanta. En ese trabajo tengo una alumna congoleña que me ha contado muy orgullosa cosillas de la gastronomía de su país; y en honor a ella, me ha apetecido que nos vayamos al CONGO, que no solo tiene una, sino dos oes ;)

Los enlaces se los tendréis que enviar a Nieves y Elena: lacajitadenieveselena@gmail.com 

¡Feliz viaje! :D

Bergua*



domingo, 30 de septiembre de 2018

Churros falsos


¡Otro mes, otro asalto con #asaltablogs! Y con este estrenamos el curso :)

La despensa asaltada de este mes ha sido la de Ana, de Migas en la mesa, y ha sido un verdadero placer, porque compartimos ideas y filosofías de vida y yo no lo sabía; pero me hizo mucho ilusión descubrirlo. 
Ese es uno de los motivos por los que escogí esta receta de churros falsos o "de mentirijilla", porque representa muy bien mi estilo de vida y de cocina. Aquello de "un día al año no hace daño" lo tengo muy presente. Es importante disfrutar y no obsesionarse, pero para mí también es importante cuidar mi templo, para que me dure muchos años, y ser coherente. La vida sedentaria que la grandísima mayoría llevamos hoy en día no requiere la misma alimentación que la vida de ganaderos, granjeros e incluso gente de ciudad que tenía que guardar el calor corporal porque eso de la calefacción era un cuento o un lujo. Lo veo mucho aquí en la cultura danesa; los horarios, las comidas y demás, todavía hablan de las horas de luz, las responsabilidades y los inviernos fríos de generaciones pasadas. Hoy en día, en Navidad y otras ocasiones especiales, es una maravilla recordad aquellos tiempos y las tradiciones que nos han llegado. Pero para el día a día, hemos de adaptar la manera en que comemos, dormimos, etc. para cuidarnos de la mejor manera y sacarle partido a nuestra existencia.

Todo esto para decir que yo en casa como muy sano; espaguetis de calabacín, bizcochos en los que sustituyo mantequilla por puré de manzana, horno en lugar de frito, tortilla de patata asada en lugar de rehogada en aceite, etc. Pero no quita eso que en mi próxima visita a España me de un homenaje con unos buñuelos de calabaza o unos chipirones rebozados, o que a mis invitados les prepare un festín clásico. Y de esa línea de pensamiento surge esta receta de falsos churros, hechos al horno y con muy poquita azúcar (que además se puede sustituir por edulcorante). Se los serví a mis vecinos y hasta mi vecina diabética se atrevió con ellos y le sentaron genial. Evidentemente, no se debe esperar ni la textura ni el sabor de un churro frito y cubierto en azúcar. Pero es una buena receta. A la mesa saqué salsa de chocolate para el que quisiera. Salen unos 24, por cierto.


  • 125 g de harina  [floja]
  • 250 ml de agua
  • 2 cucharadas de azúcar, 
  • 1/2 cucharadita de sal
  • 50 g mantequilla 
  • 2 huevos
  • Vainilla en pasta o en esencia líquida
  • Opcional: Salsa de chocolate baja en calorías, preferiblemente sin azúcar


La preparación:

1. En una olla fundimos un poco la mantequilla a fuego medio-lento y añadimos el agua, la sal y el azúcar. Movemos un poco para que se integren los ingredientes.


2. Cuando de el primer hervor, incorporamos la harina tamizada de una sola vez y sin pausa mezclamos bien con una espátula hasta que la masa esté bien formada y se despegue fácilmente de las paredes de la olla.


3. Retiramos la masa del fuego y le damos unos 5 minutos para que se enfríe un poquito.

4. Entonces añadimos el primer huevo y removemos bien. Cuando esté totalmente integrado, hacemos lo mismo con el segundo huevo.

5. Por último añadimos la vainilla; en mi caso un par de gotas.

6. Pasamos la masa a una manga pastelera (o una bolsa de cocina) y dejamos reposar la masa ahí dentro hasta que se enfríe.

7. Acto seguido formamos los churros sobre papel de horno. Puede ser con boquilla o sin nada decorativo. Yo utilicé la que tenía a mano en ese momento.


8. Finalmente les damos 20 minutos en el horno a 200º ya precalentado. Es buena idea comprobar si estás cocinados por dentro antes de ponerlos a enfriar en una rejilla. Recién hechos es como mejor están.


9. Como decía, con salsa de chocolate por encima están deliciosos, haz la prueba ;)

¡Buen provecho!


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