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domingo, 17 de julio de 2022

Kammerjunker - galletitas de verano danesas


En julio para el viaje con Cocinas del mundo nos centramos en recetas de verano. Yo me quedo en casa esta vez y os traigo estas galletitas danesas que solo se comen en verano: Kammerjunker.

Estas galletas crujientes son compañeras inseparables del koldskål, que es una bebida que parece un yogur muy líquido, pero no lo es; es una gacha muy líquida de suero de leche o cuajada con huevo y, a menudo, vainilla y limón. Hoy en día también lo hay con sabor a fresa. 

El koldskål nunca se bebe, sino que se come con cuchara, con las galletas flotando. Es típico comerlo para merendar, aunque también hay quien lo toma como postre o como almuerzo o cena ligera. Pero siempre en verano. El resto del año no se vende en supermercados, igual que estás galletas. A veces también se comen las gachas con estas galletitas y fresas.

Si en España la población se divide en los que defienden la tortilla de patatas con cebolla y los que la prefieren sin ella, en Dinamarca existe una división entre quienes se comen las galletitas (kammerjunker) enteras y quiénes las rompen en trocitos y las echan al koldskål. Es cuestión de tradición familiar; a mí siempre me enseñaron a romperlas y no concibo comérmelas de otra manera. 

Existen muchas recetas de kammerjunker, pero la elaboración tradicional auténtica incluye dos horneados; uno para cocinar por dentro y otro para secar y dejarlas crujientes. Para eso se cortan en dos, de forma que siempre tenemos galletitas "tapadera" (la parte de arriba) y "base" (la parte de abajo), o como le decimos en danés: "Overkammerjunker" y "underkammerjunker". 

He seguido esta receta porque es la más auténtica que he encontrado. Con estas cantidades salen 80 kammerjunker (40 galletas abizcochadas que se cortan por la mitad y se vuelven a hornear para que queden crujientes). En menos de 1 hora y con poco esfuerzo se pueden tener listas.

  • 225 g de harina de trigo común
  • 75 g de azúcar de caña (se puede sustituir por azúcar blanco)
  • 1 cucharada de bicarbonato sódico
  • Ralladura de piel de 1/2 limón
  • 1 cucharadita de vainilla en polvo (se puede sustituir por azúcar avainillado)
  • 100 g de mantequilla fría
  • 1 huevo 
  • 1 dl de leche (la que tengas; sirve cualquiera menos la que en Dinamarca se llama skummetmælk, una súper desnatada con 0,1-0,3% de grasa. La desnatada de España tiene 1%. También lo he probado con koldskål y salió bien)


La preparación:

- Empezamos precalentando el horno a 200° en función ventilador. La receta original dice que se metan las bandejas ya al horno, pero yo no lo hago porque la mantequilla de la masa se empieza a derretir si la bandeja está caliente cuando colocas las bolitas de masa por encima.

1. En una minipimer u otro robot de cocina/, procesador de alimentos echamos la harina, azúcar, bicarbonato sódico, ralladura de piel de limón y azúcar avainillado. Añadimos la mantequilla fría cortada en dados.

2. Mezclamos bien durante unos segundos. Quedará una mezcla uniforme de grumos sexos, como migas de harina.

3. Añadimos la leche y el huevo y mezclamos de nuevo durante unos segundos. Lo suficiente para que se mezclen todos los ingredientes.

* Es importante no trabajar demasiado la masa para que la mantequilla no se caliente y se ablande. 

4. Sacamos toda la masa con ayuda de una espátula. Si la masa es lo suficientemente firme y manejable, separamos en 4 partes de unos 130 g cada una. 

Sobre la mesa ligeramente enharinada hacemos una salchicha con cada parte de masa. Luego cortamos la salchicha en 10 trozos iguales (Aprox. 13 g cada uno) y los redondeamos un poco.

* Si la masa está demasiado blanda como para rularla, tenemos 2 opciones: Meterla a la nevera durante unos 30 minutos para que se endurezca un poco o, como yo hice el día de las fotos, poner la masa en una manga pastelera (o simplemente una bolsa de plástico de cocina con un tijeretazo en la punta) y hacer montoncitos sobre una bandeja de horno con papel de hornear.

5. Usemos el método que usemos, es importante dejar espacio entre las bolitas o los montoncitos; las galletitas crecer en el horno y acaban siendo del tamaño de una nuez en su cáscara.

6. En el primer horneado les damos 8 minutos en el horno precalentado a 200°C con función ventilador. Tomarán un poquito de color.

7. A continuación sacamos las galletitas del horno y bajamos la temperatura del horno a 150°C.  Las dejamos enfriar un poquito hasta poder sujetarlas en la palma de la mano.

* Así, después del primer horneado me encantó el resultado. Quedan unas cimas abizcochadas por dentro y muy olorosas. Guardé unas cuantas para comérnoslas así, y con el resto procedí al segundo horneados.

8. Cuando se hayan enfriado lo suficiente como para no quedarnos, cortamos todos los bizcochitos por la mitad horizontalmente. Yo probé con varios cuchillos, algunos con sierra y otros sin ella. El que más me gustó fue uno pequeño sin sierra. Hay que intentar que las bases y las tapaderas tengan un grosor similar para que se cuezan a la vez. Este proceso lleva unos 5 minutos.

9. Distribuimos todas las mitades sobre la bandeja de horno. Aquí ya da igual que se toquen; no crecen más.

10. Les damos el segundo horneado, que serán 15 minutos a 150°C o hasta que queden crujientes. A lo mejor alguna necesita un par de minutos más para que se seque la miga. Del mismo modo, si algunas mitades te han quedado muy finas, puede que necesites sacarlas antes del horno para que no se tuesten de más.

¡Y ya está! Ya solo queda dejarlas enfriar completamente antes de guardarlas en una caja de hojalata o un recipiente de cierre hermético. Aguantan bien por lo menos durante una semana, pero yo no he conseguido nunca que nos duren tanto porque desaparecen ;)

 ¡Buen provecho!

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domingo, 19 de junio de 2022

Bizcocho de coco de Vanatu

¡Este mes viajamos a Vanatu con Cocinas del mundo! Y si te estás preguntando dónde queda eso, no te preocupes, no estás solo/a. Pues nos vamos a una isla de Oceanía, que es la República de Vanatu.

Para este viaje, yo me he ido a por un dulce. Lo compartí con amigos y vecinos y les gustó mucho el sabor y la textura húmeda y blanda de este bizcocho. Pero a quienes más le gustó fue a mi vikingo y mi mini-vikingo. Y, por eso, y pese a que los cocos son escasos, diminutos y caros aquí en Dinamarca, la he vuelto a hacer y ha vuelto a desaparecer sin dejar migas. Eso sí, el truco de este bizcocho está precisamente en usar coco fresco. Así se consigue la textura húmeda y el sabor tan auténtico, fresco y natural.

La página donde se publicó originalmente esta receta ya no está disponible, pero, por suerte, sigue en internet gracias a un par de blogs, como este. Yo hice la mitad y aquí pongo las cantidades convertidas a medidas métricas.

  • 190 g de coco fresco rallado (te explico cómo)
  • 113 g de mantequilla sin sal (yo uso con sal porque aquí es prácticamente imposible encontrar otra) ablandada a temperatura ambiente, ¡no derretida!
  • 225 g de azúcar glas
  • 120 g de harina de trigo común
  • 4 huevos 
  • 1,5 cucharaditas de levadura en polvo 
  • 1/2 cucharadita de sal 


La preparación:

* Si, como yo, te sueles olvidar de sacar la mantequilla del frigo antes de tiempo para que se ablande, te digo cómo ablandarla rápido sin fundirla: Corta la mantequilla en cuadrados pequeños. Calienta un vaso con agua dentro en el microondas (o vierte agua hirviendo en un vaso). Vacía el vaso y colócalo boca abajo sobre los dados de mantequilla, como una cúpula. Déjalos tapados durante 10 minutos y estarán listos para cocinar.

* El otro elemento que debemos preparar antes es el coco: Abrimos el coco (yo intento usar un martillo o algo para hacer un agujero antes y sacar el líquido, porque me encanta el agua de coco y, si lo casco contra el suelo del patio, se pierde el agua). El agua de coco, además de estar rica, sirve para que no se sequela pulpa del coco que no nos comamos inmediatamente.


Una vez abierto, vamos sacando la pulpa del coco separándola de las paredes con un cuchillo. A continuación se puede rallar con un rallador, como si fuera queso o una zanahoria. Pero yo utilicé una picadora eléctrica. Fui pulsando poco a poco, para romper los trozos sin que se me hiciera puré. También añadí una cucharadita del agua de coco. Cuando tuve una textura de virutas toscas de coco rallado, lo saqué. Reservamos.

1. Batimos bien el azúcar y la mantequilla a mano o con varillas eléctricas hasta que la mezcla quede cremosa.

2.  Añadimos entonces los huevos uno a uno y mezclamos bien.

3. Vamos incorporando la harina, levadura en polvo, sal y coco rallado. Mezclamos bien.

4. Engrasamos con mantequilla un molde. La receta original dice engrasar y recubrir con papel de hornear. Vertemos la mezcla en el recipiente.

* Yo solo engrasé y me fue bien. Lo hice en un recipiente redondo de cristal apto para horno y no saqué el pastel del recipiente, fui cortando los trozos en el mismo recipiente y salían sin problema. Sí quieres desembolsar, utiliza un molde de silicona o cubre tu molde con papel de hornear.

5. Horneamos durante 60-90 minutos en el horno precalentado a 150°C. Tiene que quedar morenito por arriba.

Y ya solo queda esperar a que se enfríe completamente. Así sabrá mucho mejor y guardará su forma y será mucho más fácil de cortar y sacar.

 ¡Buen provecho!

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domingo, 15 de mayo de 2022

Galletas de parmesano


Nos vamos al Reino Unido (UK) con Cocinas del mundo. Confesaré que este destino no casa mucho con mi estilo gastronómico, con una excepción: ¡La repostería! Scones, galletas de mantequilla, crumble, bizcochos, tartaletas, crumpets, pastel de zanahoria o pikelet... Eso sí me gusta y mucho.

El shortbread, que son galletas de mantequilla típicas de Escocia, es dulce. Son pastas de té, de hecho. Justo acababa de hacer 60 galletas de mantequilla cuando anunciaron el nuevo destino del reto y el olor que inundaba la casa me inspiró. Pero no hice unas galletas cualquiera; hice estas galletas de parmesano de la chef británica Nigella Lawson. Hice la mitad según su receta y después las he hecho un par de veces más con harina integral (de espelta) en lugar de harina de trigo. ¿El veredicto? Facilísimas, rapidísimas y adictivas. En los dos casos.


Para unas 30-40, según el grosor y el radio:

  • 150 g de harina corriente de trigo (con harina de espelta quedan igual)
  • 75 g de parmesano en polvo 
  • 100 g de mantequilla (ablandada a temperatura ambiente, no derretida) * La receta original dice mantequilla sin sal, pero aquí es muy difícil de encontrar y con sal quedaron muy buenas.
  • 1 yema de huevo

* (Cuando hago la mitad, hago: 75 g harina, 50 g mantequilla, 40 g parmesano, 1 yema)


La preparación:

1. Mezclamos los ingredientes con un tenedor o una cuchara; sobra con la mano. No hay que batir ni triturar, solo mezclar

* Es importante que la mantequilla esté blanda y no fundida, porque queremos poder mezclarla sin cambiar su estructura molecular, que la masa no se expanda en el horno y que el resultado sea una textura de masa brisa/agalletada.

2. En el mismo recipiente amasamos durante unos 30 segundos para integrar todos los ingredientes. Si hacemos la receta completa, dividimos la masa en dos; si hacemos solo la mitad, no hace falta.

3. Rodamos la masa hasta formar un cilindro lo más uniforme posible, de unos 3,5 cm de diámetro. Golpeamos ligeramente los extremos con la mano o contra la mesa para aplanarlos. Cómo veréis en la foto, también se puede hacer un cilindro más grande, lo único que pasará es que saldrán menos galletas.

4. Enrollamos el cilindro en plástico de cocina y cerramos en los extremos como si fuera un caramelo. Lo dejamos reposar en el frigorífico durante 45 minutos (o 15 minutos en el congelador, si tenemos prisa).

5. Pasado ese tiempo, desenvolvemos el cilindro y cortamos en rodajas de aprox. 1 cm de grosor (a mí me gustan gruesas, así que no me molesta sí salen un poco más grandes). 

Consejo propio: Gira ligeramente el cilindro después de cortar cada galleta para evitar que la base del cilindro acabé plana.

* Opcional pero recomendable: Antes de hornear, dales 10 minutos más en el congelador o 30 en el frigorífico, sobre todo si has hecho las galletas con dibujo.


* Les podéis dar otra forma o hacerlas con dibujo o mensaje, como estas otras que hice yo con harina integral y un sello:

6. Colocamos las galletas sobre papel de hornear en una bandeja de horno y dales 15-20 minutos en el horno ya precalentado a 180°C. Las galletas deben quedar blanquitas, pero los bordes se dorarán ligeramente cuando estén. Si se usa harina de espelta u otra harina integral, quedarán algo más oscuritas.

Ya solo queda dejarlas enfriar, preferiblemente sobre una rejilla, para que no suden. Es difícil resistirse, pero están aún mejor en frío, cuando han alcanzado su textura ideal.

Si quieres preparar la masa con antelación, puedes dejarla en el frigorífico enrollada en el plástico de cocina durante 1-3 días antes de cortar.

 ¡Buen provecho!

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jueves, 12 de mayo de 2022

Panecillos de espelta


¡
Bieeen! Toca hornear panecillos otra vez, como manda la tradición danesa. Aunque esta vez me he decidido por una versión con harina de espelta. La espelta es un grano con muchas vitaminas y mayor calidad nutricional que el trigo común, pero como la harina de trigo, existe versión integral y versión más refinada. La que más fibra aporta es la integral, pero para esta receta en cuestión hace falta una harina fina, es decir, no integral. Esta receta de panecillos daneses es fácil y rápida y está sacada de aquí.

Todos los años en torno a estas fechas horneo panecillos de este estilo. ¿Sabéis por qué? Porque mañana viernes es "Store bededag" en Dinamarca, gran día de la oración. Hoy en día la tradición no tiene nada que ver con rezar, sino con el pan. 

Antes de la reforma luterana, la iglesia impuso días de reflexión en los que se ayunaba y se rezaba y estaba prohibido trabajar, viajar, o prácticamente cualquier actividad que no fuera rezar. Tras la reforma, se conservaron algunas tradiciones, pero con modificaciones, bien de fechas o bien de normas.

Hans Bagger, obispo de Sjælland, determinó que el cuarto viernes después de Pascua fuera el mayor día de oración y reflexión en la Dinamarca protestante. Eso significaba que los panaderos no trabajaban ese viernes y la gente se acostumbró a comprar panecillos la tarde antes. La idea era tostarlos al día siguiente, pero mucha gente se los comía la noche del jueves, incapaces de resistirse al pan recién horneado.

De ahí viene la tradición de comer panecillos calentitos con mantequilla el jueves por la noche antes del viernes festivos. Los panecillos se llaman varme hveder o hvedeknopper y tradicionalmente se hacen con harina de trigo refinada. No es día de pensar en colesterol ni cosas así. Es el día de decir "un día es un día" y "una vez al año no hace daño".

Pero como ya son muchos años, voy probando cosas nuevas. Y la harina de espelta fina es muy buena alternativa para este tipo de panecillo; quedan blandos, pero con más estructura que los habituales, así que funcionan mejor para bocadillos.

Para unos 10-12 panecillos, según el tamaño:

  • 2,5 dl de agua templada (en torno a 35°C)
  • 75 g de mantequilla derretida y luego enfriada a temperatura ambiente
  • 50 g de levadura fresca prensada
  • 1 cucharada de azúcar
  • 1,5 cucharaditas de sal
  • 1 huevo
  • 8 dl de harina de espelta fina 
Opcional:
  • Media cucharadita más de mantequilla para pincelar
  • Copos de avena


La preparación:

1. Disolvemos la levadura en el agua templada en un cuenco. 

2. Añadimos la mantequilla fundida y enfriada, el azúcar, la sal y el huevo.

3. Mezclamos con la harina, preferiblemente tamizada, y amasamos hasta conseguir una masa lisa y elástica.

4. Dejamos levar mínimo durante 30 minutos en un lugar sin corrientes ni cambios de temperatura.

5. Empezamos a precalentar el horno a 200°C y formamos bolas, en mi caso de 70 g cada una, pero lo puedes hacer a ojo.

6. Las colocamos en fila en una bandeja para horno sobre papel de hornear; deja un poquito de espacio entre ellas, pero no mucho, porque parte del encanto de estos bollitos daneses es que los laterales se pegan entre sí. Yo debería haber dejado menos espacio del que dejé. Los dejamos levar de nuevo, unos 15 minutos, en un lugar sin corrientes ni cambios de temperatura.

7. Horneamos durante 15-17 minutos. Con calor arriba y abajo no me tomaron mucho color, así que la próxima vez le daré los últimos 3-5 minutos con función ventilador.

8. (Opcional) Al sacarlos del horno, los pincelamos con el poquito de mantequilla fundida que nos quedaba y espolvoreamos con copos de avena.

Por último, como siempre, dejamos reposar y enfriar sobre una rejilla para que no suden y terminé de desarrollarse la miga sin apelmazarse. Y a disfrutar :)


 ¡Buen provecho!

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domingo, 17 de abril de 2022

Jornada taiwanesa


Hace un par de fines de semana hicimos inmersión en la gastronomía taiwanesa. Y es que, para el viaje a Taiwán con Cocinas del mundo, me fue imposible limitarme a una receta. No es de extrañar; tengo debilidad por la cocina asiática. 
Tenía una elegida, pero para ir calentando motores, hice 3 recetas más y me quedé con otras tantas en el tintero. Total, que fue un fin de semana taiwanés completo.

Lo he disfrutado muchísimo porque, en los últimos meses, he participado en el reto siempre con prisas. La semana pasada, el médico me dijo que debo darle prioridad a hacer más cosas que me hagan sentir bien. Me lo tomé en serio y he estado cocinando por placer, como antes.

Así que os traigo, por una parte, San Bei Ji, o pollo de las 3 tazas, que es algo así como el "arroz tres puñaos" de mi pueblo, pero de Taiwán. Y, también os enseño otras cosillas que he preparado con la excusa del viaje; un desayuno típico de Taiwán (con algunos elementos comunes en China en general) y unos panecillos de boniato preparados al vapor y, algunos de ellos, rellenos de carne fermentada.

Como siempre, estuve investigando por varios canales, pero sobre todo utilicé esta web, Rasamalasya, en concreto de aquí, aquí, aquí y aquí, y también este vídeo. El vídeo para aprender la técnica, porque el audio no lo entiendo, claro.

Empecemos con el pollo, que fue mi receta elegida, al fin y al cabo: 

Pollo San Bei Ji o sanbeiji, 三杯雞

Ya la hemos repetido un par de veces, añadiendo almendras y setas (que me perdonen los taiwaneses). En casa la llamamos "pollo tres puñaos". Con estas cantidades salen 2-3 raciones y se recomienda acompañar de arroz de grano largo.

  • 400 g de pollo
  • 2 cucharadas de aceite oscuro o tostado de sésamo para cocinar
  • Un trozo de jengibre fresco de unos 5 cm 
  • 6 dientes de ajo (por mí, más. Queda blando, dulce y delicioso, nada fuerte; como asado)
  • 1,5 cucharadas de salsa de soja
  • 1,5 cucharadas de kecap manis, salsa de soja dulce y espesa
  • 1,5 cucharadas de vino de arroz para cocinar chino, shaoxing o shao shing
  • Un puñado de hojas de albahaca fresca tailandesa

Apuntes: 

La esencia de este plato está en sus ingredientes tradicionales; si no tienes kecap manis, jengibre fresco o albahaca tailandesa, no te recomiendo hacerlo, la verdad. Te saldría un plato de pollo, no te digo que no esté bueno, pero no sería en absoluto comparable al sabor de la receta tradicional. La albahaca tailandesa tiene tonos cítricos, casi me recuerda a la regaliz. La albahaca italiana y similares no sirven. Por otra parte, el vino chino para cocinar recuerda a un jerez, así que eso sí podría sustituirse si no queda otra.

El corte de pollo: En occidente usamos mucho la pechuga, mientras que en Asia ese es el corte menos apreciado y utilizado. Para este plato se usa un pollo entero troceado, pero yo quería hacer menor cantidad y usé contramuslos de pollo deshuesados y sin piel. Puede que la piel y los huesos aporten sabor, pero a mí me gustan los trozos de carne limpios, además, así es más rápido y no se me enfría la comida peleándome para sacar la carne. Si usas trozos con hueso, tenlo en cuenta y usa más de 400 g, porque el hueso, pesa.

Si usas pechuga, hay varios trucos para que quede más tierna. Uno de ellos es mezclar los trozos con 1 cucharada de bicarbonato sódico apto para uso alimentario y dejarlo reposar 10 minutos.

La preparación:

1. Troceamos el pollo (tradicionalmente los pedazos no son de bocado, sino más grandes).

2. En una cazuela de barro o, en su defecto, en un wok, calentamos las dos cucharadas de aceite de sésamo.

3. Freímos en el aceite los dientes de ajo enteros pero pelados y las láminas de jengibre fresco hasta que se desprenda de ellos su aroma. Primero te llegará el aroma a sésamo, después a jengibre y, por último, a ajo. Mueve de vez en cuando para que no se queme.

4. Añadimos el pollo troceado y le damos un par de menos para que coja color y se mezcle con los aromáticos.

5. Incorporamos entonces la mezcla de líquidos: salsa de soja, vino de arroz y kecap manis. Removemos para mezclar con los demás sabores. Tapamos, bajamos el fuego y le damos unos 5-10 minutos a fuego lento para que se termine de cocinar el pollo.

6. Finalmente, añadimos las hojas de albahaca fresca tailandesa, damos un último meneo para mezclar los ingredientes y servimos bien caliente.

Fácil y rápido. Lo esencial es tener los ingredientes correctos. Acompañamos con arroz blanco y listo.


Desayuno taiwanés

Además del pollo, hice un desayuno típico taiwanés. Consiste en pan de cebolleta (cong you bing 蔥油餅), leche de soja y huevos de té, 茶叶蛋, o cha ye dan, que son huevos infusionados con salsa de soja, té chino pu-erh o negro, canela en rama, anís, clavo, polvo chino de 5 especias y azúcar. Muy interesante. Y el olor de la infusión daba paz y calma. Estas recetas las publicaré en cuanto pueda; de momento os dejo un resumen visual.



Y por último:

Panecillos de boniato al vapor: Mantou, 馒头

También hice varias veces mantou, 馒头, que son panecillos al vapor. Nos gustaron a todos, pero a mi hijo, el que más. En este caso, fueron panecillos de boniato, tiernos y deliciosos; algunos sin nada y, otros, rellenos de carne fermentada vietnamita; de diferentes tamañosEstas recetas las publicaré en cuanto pueda; de momento os dejo un resumen visual.


 ¡Buen provecho!

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domingo, 20 de marzo de 2022

Pan de mujer - versión para salado


¡Nos vamos a México con Cocinas del mundo! Estos panecillos mexicanos, en concreto de la región de Sinaloa, se llaman "Pan de mujer" y nadie se acuerda de porqué. Pero están muy buenos y sabrosos. También se conocen como "pan de vieja", "pan de rancho", "pan ranchero" y "pan de Carboneras".

En otras versiones se pincela con un sirope hecho de agua y azúcar y se rellenan antes de hornear con raspado de panela, o piloncillo, como lo llaman en Sinaloa. Pero yo los hice para salado.

Esta vez no hay mezcla de recetas, pero sí he hecho dos recetas. Para la primera he seguido esta receta de "El rincón del pan casero" y he añadido consejos míos. Quedan blanditos con un pequeño toque crujiente por fuera. Buenísimos. Peeero los quería para la fiesta de cumpleaños de mi hijo, que cumple un año. Lo invitados no tienen muchos dientes, así que quería panecillos aún más blandos. Por esa razón, los volví a hacer con un par de modificaciones para que quedaran aún más blandos. Para la segunda tanda utilicé esta otra receta como base, de "México en mi cocina", más mis truquitos habituales. No quería hacer la versión dulce, así que reduje la cantidad de azúcar y pincelé con leche, porque con huevo quedan crujientes, y con sirope quedan demasiado dulces para bocadillos salados. Qudé muy satisfecha con el resultado.


PRIMERA VERSIÓN:

Para 7-8 panecillos, según el tamaño:

  • 300 g de harina común de trigo
  • 140 g de agua tibia 
  • 40 g de azúcar
  • 4 g de levadura de panadero seca o 13 g de fresca
  • 50 g de mantequilla o manteca vegetal
  • Una pizca de sal
  • Huevo batido para pincelar los panecillos 

La preparación:

1. Mezclamos en un cuenco la harina y la levadura. Añadimos el azúcar y la mantequilla derretida (se puede fundir en un momento en el microondas o al fuego, pero sin dejar que hierva).

2. Vertemos sobre la mezcla el agua templada; nunca caliente, para no "matar" la levadura. Vamos mezclando. 

3. Por último añadimos y mezclamos la sal y seguimos mezclando hasta tener una masa homogénea con todos los ingredientes incorporados.

4. Espolvoreamos sobre nuestro espacio de trabajo con harina y amasamiento durante 7-8 minutos hasta que la masa quede lisa y elástica. También se puede hacer a máquina en un poco menos de tiempo. Para saber si está lista, hundimos un dedo en la masa, y si la masa vuelve inmediatamente a su forma original, está lista.

5. Ahora le toca reposar durante 90 minutos o hasta que doble su volumen. Como vivo en Dinamarca y aún hace bastante frío, yo la pongo en el horno al mínimo. Si no hace tanto frío, con el horno apagado. Si dónde vives hace calor, donde sea, pero protegida de ráfagas de viento y cambios de temperatura. Para eso, aconsejo tapar el recipiente, sea con película transparente, con un trapo limpio que no toque la masa, con una tapa de olla o de sartén...

Para evitar que se reseque, la autora original pincela con aceite. Realmente si cubres la masa, ya no hace falta. Pero no está de más.

6. Volvemos a espolvoreamos nuestro espacio de trabajo con un poco de harina y estiramos la masa formando un cilindro con ella.

7. Cortamos 7 trozos de unos 80 g cada uno o, en mi caso, 8 trozos de unos 70 g cada uno.

8. Extendemos uno de los trozos con la mano, plegamos la masa sobre sí misma por todos los lados y la sellamos bien. Le damos la vuelta y la rodamos sobre la superficie o entre las manos para formar una bola. Repetimos el proceso con todos los trozos.

9.  Aplanados ligeramente cada bola con la mano y las vamos colocando sobre papel de horno en una bandeja de horno.


10. Cubrimos los panecillos con un trapo limpio, una cubierta de silicona o película transparente de cocina y los dejamos reposar durante 60 minutos en un lugar templado (mira los consejos del punto 6).

11. Pasado ese tiempo, habrán vuelto a crecer y pasamos a pincelar por arriba con el huevo batido.

12. Ya solo queda hornear a 180°C durante unos 20 minutos en el horno precalentado; (sin función ventilador o al menos sin ella hasta el final) hasta que estén dorados.

¡Y ya está! Solo queda dejar que se enfríen. Porque, como siempre digo, si cortas en caliente, la miga se apelmaza.




SEGUNDA VERSIÓN:

Para unos 20-25 panecillos, según el tamaño. Yo hice 25 de unos 70 g cada uno.

  • 1 kg de harina común de trigo
  • 500-600 g de agua tibia 
  • 150 g de azúcar
  • 20 g de levadura de panadero seca 
  • 170 g de mantequilla o manteca vegetal
  • Una cucharadita de sal
  • Leche para pincelar los panecillos 
El procedimiento es básicamente el mismo que en la primera versión, y las fotos sirven de referencia igual, pero mencionaré las diferencias:

1. Primero echamos la levadura en la mitad del agua templada (no caliente ni fría) y dejamos que se active (se formará espumita en la superficie).

2. Fundimos la mantequilla o manteca para que no esté caliente cuando la vayamos a utilizar.

3. Mientras tanto mezclamos los ingredientes secos. 

4. Incorporamos poco a poco el agua con la levadura y el resto del agua (tibia, no fría ni caliente).

5. Amasamos un poco para que se forme la masa y, cuando ya no esté pegajosa, vertemos la mantequilla derretida y mezclamos muy bien para que toda la masa se impregne.

6. Amasamos durante unos 20 minutos, la mitad si es a maquina. Cuando al presionar un poco con un dedo, la masa vuelva a su lugar, estará lista.

El resto ya es como en la primera versión, con los tiempos de levado y demás.

* La última diferencia es clave para que queden blanditos: Pincelamos con leche en lugar de huevo o sirope. 
* Horneamos durante 20 minutos en el horno a 170ºC, hasta que tomen colorcillo por arriba. Es importante que el horno haya alcanzado los 170ºC antes de meter los panecillos.

Y eso es todo. Como siempre, hay que armarse de paciencia y dejar que se enfríen antes de cortarlos, o se apelmazará la miga.

 ¡Buen provecho!

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