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domingo, 20 de diciembre de 2015

Pan finlandés (galletas navideñas danesas)


El finsk brød, que traducido literalmente significa "pan finlandés", son unas galletas de mantequilla que se hornean en muchas casas danesas y suecas por Navidad. Nadie me ha sabido explicar de momento porqué se llaman así, ya que no se comen en Finlandia. Aunque ahora que lo pienso, los daneses también llaman "pan francés" al pan de miga blanca y "falsa liebre" a un plato de carne de cerdo, así que a saber.

Mi suegra no cocina. Sin embargo, todas las Navidades se anima a preparar una remesa de dulces navideños daneses con su sobrina. Entre otras cosas, todos los años prepara estas galletas a principios de diciembre. Cocinas del mundo me ha dado la excusa perfecta para que este año me animara a hacerlas yo misma ;)


Como ya os contaba el mes pasado, estoy pasando una temporada en Andalucía en un piso alquilado y mi cocina es bastante limitada, pero he usado un mini horno eléctrico y, aunque ha habido que hacer las galletas en varias remesas, ha salido todo bien =) Me han salido unas 70. Os cuento cómo las he hecho:

  • 375 g de harina
  • 100 g de azúcar 
  • 250 g de mantequilla (en mi caso ligera, aunque la receta no lo es precisamente)
  • 2 huevos
  • Aprox. 60 g de almendras crudas y peladas
  • Unos 40 g de azúcar perlado (perlesukker), un azúcar sueco que parece granizo pequeño. Es el que llevan los rollos de canela suecos. Vidrio de azúcar fino también vale.
  • Opcional: 1/2 cucharadita de ralladura de piel de limón

La preparación:

1. Mezclamos la harina y el azúcar. Entonces incorporamos la mantequilla a temperatura ambiente y en trozos. Es importante que la mantequilla esté blanda, si no, será imposible mezclarla. Mezclamos con un tenedor y/o con las manos para que se integren los ingredientes.



2. Batimos un huevo y se lo añadimos a la masa para que adquiera una consistencia con la que podamos trabajar. No es una masa que requiera mucho trabajo. Si queremos darle un toque especial, le añadimos un poquitín de ralladura de piel de limón (no es parte de la receta tradicional, pero a mí me gusta).


3. Nos enharinamos las manos y hacemos tiras de masa del grosor aproximado de un dedo (unos 2 cm). Las achatamos un poco y las cortamos en trozos de unos 5 cm de largo.



4. Separamos los trocitos, los cubrimos y los dejamos reposar en el frigorífico durante 1 hora.


5. Ahora sí, ponemos a precalentar el horno a 200º (180º si usas función ventilador). Mientras tanto, troceamos las almendras. También se pueden comprar ya troceadas, como yo. Hay quien añade avellanas laminadas, pero no es lo más típico.

6. En un cuenco tendremos el huevo que nos queda, batido. En otro cuenco mezclaremos el azúcar perlado y las almendras troceadas.



7. Bañamos una de las caras de cada galleta en el huevo batido y a continuación lo pasamos por el cuenco de azúcar perlado y almendra.

8. Devolvemos la galleta a la bandeja y cuando las tengamos todas listas sobre el papel de horno, les damos 8-12 minutos de horneado. A mí en este horno me ha llevado 10-11 minutos por remesa.



9. Resístete, no las devores todavía. Es importante dejar que se enfríen para que se terminen de cocer por dentro y el sabor quede como debe. Estarán mucho mejor así, hazme caso. Así que ponlas sobre la rejilla, dales unos 5 minutos para que se vayan enfriando y listo.

* Se conservan muy bien en botes herméticos y cajas de hojalata; los daneses las hacen a principios de diciembre y las tienen en una lata para ofecerlas cuando vienen visitas durante todo el mes. ¡Ah! Y la masa se puede congelar antes de cocinarla. 


¡Buen provecho!

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Bergua*


sábado, 12 de diciembre de 2015

Ruta culinaria en Ronda


El puente de diciembre lo pasé de turné por la provincia de Cádiz con mis amigos Carlos y Bel. Y por supuesto aproveché para hacer ruta culinaria y tomar apuntes para contaros cosillas. No os lo cuento todo porque se podría alargar esto hasta el amanecer, pero hay cosas que sería injusto no compartir ;) La parada de hoy es la de Ronda, que pertenece a Málaga, pero es donde empezamos el viaje.

En Ronda tengo que destacar 3 sitios:


La tienda de Trinidad, en el barrio de San Francisco, más conocida como la tienda de Miguel Ángel. Una antigua tienda de ultramarinos en la que, al estilo de una fonda, también se sirve de comer y beber. La cosa empezó inocentemente. Miguel Ángel le ofrecía a los clientes que probaran el género y así sabían lo que se llevaban. O al menos eso me contaron en el pueblo. Hoy en día tiene un par de barriles como mesa dentro de la tienda y un par fuera. Ahí puede uno quedarse a degustar los embutidos ibéricos, los quesos y los vinos que Miguel Ángel sirve. Y luego quien más y quien no, peca. Yo me llevé un queso payoyo, pero tenían unos patés muy interesantes, castañas en almíbar, paté de ciervo al Pedro Ximénez, estofado de rabo de toro...


No sólo se respira un ambiente muy auténtico y te sirven embutidos y quesos deliciosos, además nos sirvieron una jarrita de un vino tinto rondeño, muy bueno, y yo me tomé un delicioso vino dulce, de la variedad Cream. ¿Quieres más motivos para ir? Éramos 5 personas y nos cobraron 10€ en total. ¡Haz las cuentas!



El aperitivo en el La tienda de Miguel Ángel nos abrió el apetito y nos fuimos a comer al Tragatapas, también recomendado por los lugareños. No pertenece a la cadena del mismo nombre que tiene restaurante en Málaga, que conste. El ambiente es relajado, en plan tasca, con sillas altas, pero la cocina es claramente gourmet. Nos presentaron una carta con platos muy originales e interesantes y, sobre todo, deliciosos. Nos costó elegir, porque te apetece todo lo que tienen las mesas de al lado, pero al final acertamos con todo. Fue toda una experiencia para los sentidos y salimos a 10€ por cabeza con bebidas varias incluídas. No está nada mal, ¿no? 

A la izquierda veis el tataki de pato sobre arroz picante, cilantro y curry. A la derecha tenéis verduras y langostinos en tempura servidos en una bonita cesta china de cocinar al vapor y acompañado de salsa de soja y wasabi.



También probamos un interesante salmón marinado en vainilla con yogur, huevas, sésamo negro y un delicioso toque de ralladura de piel de lima. Y a la derecha tenemos lo más sorprendente,  y que yo nunca hubiera pedido de haber ido sola, Saam de papada de cerdo con chili dulce; un plato que resultó ser delicado y refrescante.




Por último, no puedo irme sin recomendaros que paséis por Daver, una confitería fenomenal que hace las famosísimas milhojas caramelizadas de Ronda; todo un deleite para el paladar. Yo me la pedí de chocolate y Carlos de crema.



En Daver también vimos cosas tan curiosas como zapatos de tacón de chocolate a tamaño real, esta lata de sardinas de chocolate y brazos de gitano que quitaban el sentido, como éste de fresa.



También me gustaría mencionar El lechuguita, por ser un bar mítico en Ronda, aunque he de decir que la comida no es nada especial, pero no está mal para tapeo y el sitio es barato. 
Por el casco antiguo se pueden comprar dulces tradicionales en varios sitios, por ejemplo en La cueva de pasos largos, donde todos los dulces los elaboran a mano las monjas de Ronda.

¡Y eso es todo! Si pasáis por Málaga o por la zona de la sierra de Grazalema, no dudéis que Ronda merece una visita. ¡Espero que disfrutéis tanto como yo!


¡Buen provecho!


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Bergua*