Bueno, no es cocina coreana tradicional, sino una invención más bien moderna; los aprendí gracias a Maangchi, una cocinera coreana genial, y ella les dio el nombre de 롤빵, que es algo así como rollos de pan, de ahí la americanización "roll-ppang" (ppang es "pan" en coreano). Total, que fuera como fuese, estos panecillos coreanos son muy sencillos de hacer y están tremendos; esponjosos y buenísimos de sabor. Sirven para acompañar con dulce y con salado por igual.
Me apeteció probarlos porque usa una técnica diferente a las que tengo costumbre de emplear al hacer masas; calienta mantequilla al fuego y después disuelve la levadura. Me encantaron. Eso sí, la receta original usa medidas americanas, y al convertirlas, no cuadraba la textura de la masa, que era demasiado blanda y pegajosa, así que probé un par de veces para tantear y concluí que las conversiones se quedaban un poco cortas y hacía falta más harina (también puede depender del tipo de harina). (Esta receta es con harina corriente; si utilizas harina de fuerza, sobra con 180 g de harina + 30 para después.) Aquí tenéis la receta con mis modificaciones. Para seis panecillos:
- 3 cucharadas de mantequilla, unos 25 g
- 140 ml de leche fría
- 2 cucharadas de azúcar
- 1/4 cucharadita de sal en escamas
- 1 huevo
- 2 cucharaditas de levadura activa seca
- 200 g de harina de trigo + 35-40 g de harina para después
- 1 huevo más para pintar
La preparación:
1. Calentamos la mantequilla en una cazuela al fuego; sin quemarla ni hervirla, solo para que se vaya fundiendo.
2. Apagamos el fuego y apartamos un poco la cazuela; añadimos el azúcar, la leche y la sal. Mezclamos bien hasta que todo se haya disuelto en la leche.
3. Cascamos el huevo y lo mezclamos bien con lo anterior.
4. Agregamos la levadura activa seca, mezclamos un poco, dejamos reposar 1 minuto y terminamos de mezclar. Nos aseguramos de disolver los grumos que se formen.
5. Incorporamos los primeros 200 g de harina y mezclamos muy bien para que todo quede incorporado sin dejar nada de harina cruda sin mezclar. La masa resultante será muy pegajosa en esta fase. Tapamos la cazuela y le damos 1 hora de levado para que se active la levadura y fermente.
6. Pasado ese tiempo, la masa habrá doblado en volumen. La desgasificamos simplemente manejándola con las manos durante un par de minutos para sacar el aire y le damos 30 minutos más de levado, otra vez con la cazuela tapada.
7. Volvemos a desgasificar con las manos amasando un par de minutos; la masa aún será pegajosa. Entonces esparcimos los 35-40 g restantes de harina y colocamos la masa sobre la harina. Amasamos e integramos durante otro par de minutos; la masa deberá tomar más cuerpo y volverse más suave y mucho menos pegajosa.
8. Formamos una bola con la masa, enharinamos la superficie con la harina que tenemos sobre la superficie de trabajo y cortamos en 6 porciones del mismo tamaño (2 mitades y tercios en cada mitad).
9. Agarramos una porción y la vamos estirando entre las manos y sobre el mostrador hasta conseguir una longaniza cilíndrica de unos 20 cm de largo.
9. Ahora toca enrollarlas; básicamente hay que hacer una espiral, yo lo hago alrededor de mi dedo para conservar el agujero abierto, ya que uno de los extremos lo introduciremos por la base y lo sacaremos por arriba. Y si no, enrollado en espiral está perfecto también; realmente les puedes dar la forma que quieras. Eso sí, nos aseguramos de unir los extremos al resto de la masa al final para que no se abra la caracola al hornear. La masa en blanda y aún algo pegajosa, aunque mucho menos; es normal. Si te cuesta darles forma, mánchate las manos con un poco de polvo de harina.
10. Colocamos las caracolas en una bandeja o un recipiente apto para horneado, da igual si es cuadrado, rectangular, redondo, ovalado... Si es un recipiente donde piensas que se puedan pegar, pon primero un trozo de papel de hornear sobre el fondo. Tienen que quedar cerca, pero con espacio para crecer, porque les vamos a dar 60 minutos de levado. A la media hora parecerá que ya han crecido lo suficiente, pero hazme caso, dales la hora entera para que los ingredientes de la masa hagan su trabajo.
11. Precalentamos el horno durante 5 minutos a 180ºC, pintamos la superficie con el huevo batido (en la receta original es solo con la clara) y horneamos durante 15-17 minutos, hasta que la superficie tenga un bonito color dorado.
12. Volvemos a pintar con huevo y les damos un último minuto.
¡Buen provecho!
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